Jose Luis Cortina, “Pepe”, vive en Perviyao, Sietes, donde nació en 1950. Un enamorado de la naturaleza, y la taxidermia su pasión.
- ¿Cuándo comenzaste con esta afición?
Sobre 1960 hice un viaje a Gijón, vi unos animales disecados en una tienda, y entré y pregunté como se aprendía a disecar.
Hice varios cursos por correspondencia desde Madrid y fui aprendiendo, en aquella época era una manera de empezar a ganar dinero en el pueblo, que compaginaba con el trabajo en el campo, un complemento.
- ¿Y cuáles fueron los primeros trabajos que te encargaron?
Empecé haciendo cabezas de corzu y jabalí para los cazadores, entonces había muchas cacerías.
- ¿Qué animales te resultan más fáciles y difíciles de hacer?
La ardilla es la que menos tiempo lleva, en esfollarla se tarda dos horas, depende del tamaño, como el del raposu, la más difícil es la arcea.
- ¿Cómo es el proceso?
Hay que esfollar el animal, lavar bien la piel con agua y jabón, y con un preparado especial se deja curtir y secar la piel un día o dos. Después se hace y rellena el cuerpo con viruta bien prensada y con estopa enrollada se hacen las medidas que tenía el animal y luego se monta. Lo más difícil de todo es darle el aspecto que tenía en vida.
“Pepe tiene en su casa de Perviyao casi veinte piezas que muestra orgulloso: una jineta, un raposu, una pega, un glayu, una arcea ó la cabeza de un jabalí...”
“Tengo muchos que encontré muertos, otros que los mataba la gente con el coche en la carretera y me los traían para disecarlos. Recuerdo un raposu con el que chocamos con el coche, iba con unos amigos de la Villa que todavía no sabían mi afición y les dije, lo veis muerto, pues lo vais a ver vivo. Cuando se lo enseñé disecado, no se lo creían”.
- ¿Sientes cariño por los animales?
Fui cazador y lo dejé, me gusta la naturaleza, no quiero matar animales, están desapareciendo muchas especies, desde que yo me acuerdo, la calandria..., muchas de las que yo conocí de güaje.
- ¿Cuál es tu ocupación?
La construcción, pero lo que más me gusta de ello es trabajar la madera, hago bancos, sillas, hice madreñes...
- Alguna anécdota
Hay muchas, como me gustan tanto los animales me regalaron algunos vivos y los criaba. Tuve una pega que se llamaba Enriqueta que me llevó un rosario de casa y un águila ratonera llamada Ringo, que iba conmigo a cazar topos. Con otra pega que crié lo pasamos la familia muy mal, en un entierro en Sietes se fue detrás de mi familia, se posaba encima de las coronas, entró hasta la iglesia y se posó encima de los santos y los picaba, hasta que se posó delante del cura. Lo pasamos realmente mal.
- Si tuvieras que cobrar por disecar, ¿cuánto cuestan las piezas?
Una ardilla costaría 30 € y la cabeza de un corzu más de 100 €.
- ¿Otras aficiones?
La naturaleza es lo que más me gusta y la observación de los animales y su forma de vivir en ella, me gusta el fútbol, hacer sidra, ir a setas...
- ¿Qué te atrae más de la naturaleza?
El bosque, la vida que hay en él. Hay mucho por aprender de ella, pero está desapareciendo, cuanto más adelantan los tiempos y más adelantos hay, más va en su contra y más se destruye. Hay especies que van desapareciendo y árboles como por ejemplo el alisu (humeru), que se utilizaba para hacer madreñes que casi no quedan.
- ¿Y lo que menos?
Los rayos, las tormentas.
- Vives en Sietes, ¿qué opinas de la restauración y conservación de los hórreos?
Son parte de nuestra cultura y eso es lo que hay que conservar y ofrecer a los turistas, nuestra cultura, los hórreos de Sietes son algo único.
Pepe añade finalmente “para saber lo que es la naturaleza hay que criarse en ella, pero también reflexiona en voz alta... a los niños de ahora tendríamos que enseñarles lo que es, hay muchas cosas importantes de vida que se pueden aprender en ella”.