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Sábado 15 de mayo de 2010, 21 horas
Teatro Riera de Villaviciosa
Steve Arvey, guitarra y voz
Paul Larnaudie, bajo
Pino Sambataro, batería
Rebecca Bird, voz
y otros artistas invitados
Steve Arvey subió al escenario del Teatro Riera el pasado sábado, pasadas las
nueve de la noche. Lo hizo acompañado de la vocalista Rebecca Bird y, para
sorpresa del respetable, también de dos gaiteros maliayos, los primeros de
una serie de músicos invitados que darían sabor local a la noche. De este
modo, la introducción al espectáculo fue una particular interpretación de
“Amazing Grace”, ese himno religioso anglicano que, unido a los compases
tradicionales de “New Britain”, todos conocemos aunque sólo sea por las
películas norteamericanas. “Nunca se sabe qué puede ocurrir en un show de
Steve Arvey”, declaró el artista.
Esto ya prometía una actuación memorable, la Biblia en pastas, y así, el “mesías” se dispuso a desglosar cada capítulo del blues, desde el Génesis al Apocalipsis. Comenzando por los orígenes rurales del género, Steve demostró sobradamente su pericia con versiones como “Mississippi Heavy Water Blues” del legendario Barbecue Bob, entre otras, sin más acompañamiento que el de su guitarra acústica, como mandan
los cánones.
El “set” eléctrico lo abrió con un tema propio, “How Do You Spell Love”,
pero también hubo espacio para clásicos como “I'm Tore Down”, de Freddy
King, en el que la voz y los bailes de Rebecca Bird cobraron especial
relieve. Sobresaliente también la excelente sección rítmica, con Paul
Larnaudie al bajo y un dinámico Pino Sambataro a la batería, tan dinámico
que a algunos nos recordó al personaje “Animal”, de los entrañables
“teleñecos” creados por Jim Henson.
“Todas mis canciones tratan de tres temas: las mujeres, el río Mississippi,
y el pollo”, confesó un Steve Arvey ya metido en la harina del más auténtico
blues de Chicago. Pero como el blues tuvo un hijo y se llamó rock and roll,
el cauce fluvial por el que nos llevó la banda incluyó meandros, recodos,
tranquilos remansos, intensos remolinos y torrentes que hicieron sitio a
afluentes de todo tipo, desde el soul hasta el reggae, y permitieron la
incorporación de músicos locales que pusieron su granito de arena en el
delta de la desembocadura. Entre éstos últimos, cabe destacar a Alberto
Vidal, un guitarrista zurdo que extrajo poderosas notas de su Telecaster.
Al final, los bises no se hicieron esperar, y con las notas de “Mr. Nobody”
y muchos “thank you España”, concluyó una cálida sesión de blues que
agradecimos como un verdadero bálsamo en medio de esta desapacible y
lluviosa primavera.
JOSÉ ANTONIO CABO