Una madre muy atenta
Había una vez una madre que tenía un marido muy listo, un hijo y una hija bastante revoltosos. Todos los días, a cada sitio que iba, los hijos, si no era uno era otro y si no los dos se la armaban. Un verano cuando fueron de vacaciones, el hijo que era muy delgado, comía mucho y la hija que comía mucho, no comía. Cuando iban a la piscina, como la hija ya sabía nadar, no había problemas porque cada uno nadaba a su bola. Por la tarde, en la playa, primero el padre iba a caminar y luego la madre, y la hija jugaba o con la arena o con el agua del mar y el hijo o nadaba en el mar o se columpiaba en los columpios del parque que tenía la playa. Cuando volvían para el hotel, se duchaban para quitarse la arena, se vestían y luego bajaban al comedor del hotel para cenar. Cuando terminaban de cenar iban a caminar por la acera que bordeaba la playa, hasta llegar como a una plaza en la que había para ponerse una coleta, cosa que hizo la hija y la madre, pero los hombres no compraron nada porque la pintura no les gustaba y lo demás era todo de chicas... Cuando volvían para el hotel vieron a unos chavales bañándose en la playa de noche. Al llegar a la habitación del hotel se echaron en la cama y nada más tocar el colchón se durmieron. Cuando se levantaron fueron a desayunar al comedor. Subieron después a la habitación y los hijos no querían lavarse los dientes.
Entonces la madre los riñó porque los quería educar, y sobre todo porque los quería mucho. Luego fueron a la piscina a refrescarse un poco, al cabo de una hora el padre sabía nadar de espalda, la madre mariposa, la hija bucear y el hijo cruzaba la piscina buceando de lado a lado. Luego se secaron, se vistieron y fueron a la terraza del bar, y de repente la hija llega a la mesa donde estaban sentados los padres y el hijo con un vaso de zumo. La madre cuando la vio dijo:
-Cuando quieras una cosa me la pides a mí o a tu padre.
Y el hermano se sobresaltó y dijo:
-¡Eso… o a tu hermano!
Entonces la madre dijo:
-Pues no, tú a quien tienes que obedecer es a papá o a mamá, no a tu hermano.
Pero solo lo dijo para que el hermano no quisiese mandar en ella. Entonces el padre dijo:
-Pues tengo que ir luego, cuando marchemos, a darle el dinero al camarero.
Después de pagar el zumo, fueron a comer. En el comedor, a la hija le cayó un poco de la comida y la madre para que supiese estar en una mesa, no la riñó si no que la enseñó para cuando fuese de boda o de cena con las amigas.
Después de comer prepararon los bocadillos, y alquilaron 4 caballos y fueron de excursión por el monte. Los caballos se portaron muy bien y la familia los dejó que pastasen amarrados a un árbol cada uno, mientras ellos pastaban la familia comía los bocadillos que preparó la madre para merendar como solo habían alquilado los caballos para una hora desamarraron a los caballos y bajaron a un trote ligero. Cuando llegaron a la ciudad el señor ya los estaba esperando, le dieron los caballos y fueron al hotel a cenar. Después de cenar, no fueron a dar el paseo por el borde de la playa, si no que quedaron en el bar a tomar algo con unos amigos que tenían y que habían conocido en el hotel. Hacía la una de la madrugada subieron a la habitación a dormir. Al día siguiente, cuando se levantaron, no fueron a desayunar porque… tanta juerga les dio mucho sueño y, como ya eran las doce y media fueron directamente a refrescarse a la piscina del hotel. Estuvieron 2 horas, hasta que subieron a la habitación, para cambiarse e ir a al comedor a comer. Después de comer, los hijos fueron con unos amigos por el hotel, mientras que los padres estaban con los padres de los amigos hablando en las hamacas de la piscina.
Cuando cansaron de jugar fueron para la piscina, cogieron los bañadores que tenían los padres y madres en las hamacas de cada uno, y se pusieron a jugar en el agua: saltaron, nadaron a todos los estilos y bucearon. Cuando salieron del agua los hijos se empeñaron en comprar unas patatitas en el bar, pero ya era la hora de merendar y la madre les dijo que no. Ellos se enfadaron y la madre los riñó por querer educarlos y que sepan que cada cosa a su momento. Después de merendar fueron a la playa, allí los hijos se pusieron a jugar en la arena con las palas y los calderos. Mientras el padre fue a caminar y la madre cogió el libro que tenía empezado y lo acabó. A las ocho fueron para el hotel, se lavaron y bajaron a cenar al comedor. Luego fueron a dar un paseo por el borde de la playa, volvieron cerca de la una de la madrugada. Al día siguiente, como era el último día de vacaciones, nada más desayunar fueron a la piscina. Después de una hora en el agua fueron a comprar algo, y compraron los dos unas ruedas para los playeros. Luego fueron a comer al hotel y después de comer fueron toda la tarde a la playa, jugaron con la arena, nadaron en el agua, pasaron por debajo de las olas y jugaron a las raquetas.
A las ocho y media regresaron al hotel y después de la cena marcharon en coche, y mientras se alejaban el padre les dijo que si se portaban bien podrían volver el año siguiente quince días en vez de diez. Ahora los hijos se portan cada vez mejor…, aunque al hijo se le olvide todo en la piscina, el colegio o en el campo de fútbol donde van a jugar.
Autor: Jesús Prado Mieres. 10 años.
La energía de una madre siempre recibe el merecido homenaje.
FELIZ CUMPLEAÑOS CRIS.