Los trabajos de la senda comenzaron hace meses, y bordeando el paseo nos podemos encontrar vacas pastando, patos en el río, corzos, y vistas sobre la Iglesia de San Juan de Amandi o la Mesada.
Además los sonidos del agua, la zona de arboleda con bancos de madera de descanso, hacen del recorrido de más de una hora un lugar privilegiado para el paseo y disfrute de tranquilidad, en un entorno inigualable de belleza natural.
Los trabajos continuarán hasta unir el recorrido con la zona de la Barquerina, aunque por lo que suspiran muchos vecinos, es que pudiera continuar bordeando la ría hasta El Puntal.
El proyecto ha supuesto la construcción de una senda fluvial de 2,6 kilómetros en ambas márgenes del río Linares, además de la ejecución de tres pasarelas peatonales que dan continuidad a la senda en los puntos de intersección con el río. La actuación ha supuesto la recuperación de una superficie de 54.000 metros cuadrados, comprendidos entre la senda fluvial y el cauce.