Heber Arenas vuelve a batir récords con sus cultivos de sandías y calabazas en Villaviciosa
La huerta de Heber Arenas Franco, en Llavares (Amandi - Villaviciosa), vuelve a ser noticia este año por sus espectaculares cultivos de hortalizas gigantes. El agricultor maliayés ha logrado cosechar ejemplares que rozan récords, reafirmando su prestigio en el mundo de la horticultura.
Calabazas de récord en Asturias
Heber Arenas en su huerto Llavares con la calabaza de 176 kilos
Entre sus logros más llamativos destacan dos calabazas de 176 y 130 kilos, situadas entre las mayores cosechadas este año en Asturias. Arenas atribuye este éxito a una preparación meticulosa del terreno y al uso exclusivo de abonos orgánicos.

Heber con la calabaza de 130 kilos
“Para el terreno de las calabazas antes de abonar, sembré un cultivo de cobertera con mostaza y nabo forrajero. Cuando alcanzaron medio metro, los desbrocé y los incorporé manualmente a la tierra. Este proceso fija el nitrógeno, elimina nemátodos y mejora la estructura del suelo”, explica Arena. Para el abonado, emplea estiércol de vaca y gallinaza, sin productos químicos. “El vigor de las plantas este año ha sido fuera de serie”, añade con orgullo el agricultor
Sandías descomunales con historia internacional
Este año, Arenas ha cosechado su mayor sandía hasta la fecha: un ejemplar de 70 kilos y más de 85 centímetros de longitud, que aspira a figurar entre las mayores de España en 2025. A ella se suma otra de 54 kilos, también cultivada en el mismo huerto de Llavares. “Las semillas me las regaló Poti González Ferrus, de Cataluña, y provienen de una sandía de 140 kilos cultivada por Nick McCaslin en Kentucky, EE.UU.”, comenta Arenas como curiosidad
El método detrás del gigante: así cultiva Heber Arenas sus sandías de récord
El éxito de las sandías gigantes cultivadas por Heber Arenas en Llavares no es fruto del azar, sino de una técnica artesanal perfeccionada durante años. El agricultor maliayés detalla paso a paso su proceso, que combina precisión, paciencia y respeto por la tierra. “Lo primero es preparar bien el terreno. En octubre siembro un cultivo de cobertera con dos especies de mostaza y una de nabo forrajero. Cuando alcanzan unos 50 centímetros, los desbrozo, los trituro y los mezclo con la tierra. Eso fija el nitrógeno, elimina el 90% de los nemátodos y deja el suelo más suelto”, explica.
A continuación, aplica un abonado orgánico muy específico: “Echo unos 80 kilos de estiércol de vaca por metro cuadrado, mezclado con entre 1,5 y 2 kilos de estiércol de oca y gallina. Nada de químicos. Solo lo natural”, subraya.

Heber con la sandia de 70 kilos en Llavares
La germinación de las semillas se realiza en interior, en un mini invernadero doméstico. “La semilla de sandía gigante es la más difícil de hacer nacer. Necesita mucho calor. Por eso la germino dentro de casa, y cuando nace, la mantengo unos días al máximo calor posible antes de llevarla al huerto”, detalla. Una vez en el terreno definitivo, Arenas instala un sistema de riego por goteo en parches de 40 metros cuadrados, con líneas cada 25 centímetros y una malla de sombreo para conservar la humedad.

La sandía de 54 kilos
“Cada parche alberga solo dos plantas. El truco está en conseguir una raíz muy grande. Si logras eso, tendrás un fruto muy grande. Ese es el secreto”, resume Arenas
La selección del fruto también es clave: “Cuando la planta empieza a dar frutos, dejo solo el que más rápido engorda. Llego a quitar hasta 30 sandías por planta para que toda la savia se concentre en una sola”, explica. Para evitar que madure antes de tiempo, cubre el fruto con una sábana de algodón blanco. “Así sigue creciendo sin que el sol le afecte. Solo le quito la cobertura las dos últimas semanas para que coja color y madure bien”, concluye el experto horticultor maliayes
Tradición, ciencia y respeto por la tierra
La filosofía de cultivo de Heber Arenas combina saberes tradicionales con técnicas regenerativas que respetan el entorno. Su apuesta por la fertilidad natural del suelo de Llavares y el uso exclusivo de abonos orgánicos no solo da frutos gigantes, sino también saludables y sostenibles.
Con cada cosecha, Arenas cultiva mucho más que hortalizas de récord: cultiva admiración por el trabajo bien hecho, orgullo local y una forma de entender la agricultura como arte, ciencia y compromiso con la tierra. Su huerta se ha convertido en un referente de innovación rural en Villaviciosa, y sus frutos, en símbolo de lo que puede lograrse cuando se cultiva con pasión, conocimiento y respeto.