María Dolores y Marta Castiello se jubilan en Villaviciosa tras toda una vida como modistas
Tras 40 años como modistas las hermanas maliayesas María Dolores y Marta Castiello Cueto, se jubilaron a finales de julio poniendo fin a una trayectoria de laboriosas vidas dedicadas a un artesanal oficio que han ejercido con vocación y verdadera pasión. Ahora repasan recuerdos de una afición por la costura que comenzaron desde bien pequeñas cuando vivían en la aldea de Rali, de la parroquia de Celada en Villaviciosa.
“Siempre nos gustó coser y de nuestra afición hicimos también nuestra profesión y también nuestro hobby. Fue un trabajo que nos hizo felices y del cual pudimos vivir”, rememoran las hermanas Castiello. María Dolores, recuerda, “desde muy pequeña lo tenía claro que quería ser modista, hacía los vestidos de mis muñecas que tenía una buena colección. En mi estuche de costura siempre tuve un dedal pequeñín con el que siempre cosía, y una tijera también pequeñina para mis manos muy pequeñas. También tenía una caja con botones que hacía yo recortando círculos pequeños de botellas de plástico para cuando los trajes de mis muñecas los necesitaran”. Mientras que Marta asegura que coser fue lo que siempre le gustó desde bien niña, “veía coser a nuestra madre Elvira, que no era modista, haciendo arreglos a nuestra ropa y a mi hermana que iba por delante. Me gustaban las labores y empecé bordando cuando todavía se bordaba mucha ropa de hogar”, explica Marta haciendo memoria sobre los inicios de su afición
Con 14 y 15 años empezaron a aprender a coser en el taller de Loli Martínez, modista de Villaviciosa, y después continuaron en una academia de Gijón para recibir clases de patronaje, “ponía toda la atención posible porque quería hacer de esto mi profesión”, explica Marta, mientras que María Dolores recuerda, “me gustaba tanto coser que no me importaba el tiempo que pasaba aprendiendo”, y añaden que en vacaciones también hacían algún cursillo, “en aquellos años en los talleres ni te pagaban, ni pagabas, te hacían el favor de enseñarte y tú trabajabas para el taller”. Y recuerdan que con 17 y 18 años ya hacían en casa trabajos sencillos como uniformes de colegio y transformaciones de ropa usada lo que les sirvió para adquirir experiencia en un trabajo del que dicen, “requiere mucho aprendizaje y rodaje”
En 1981, con 24 y 25 años inauguran su propio taller como “Hermanas Castiello”, en la calle Manuel Bedriñana de Villaviciosa, siendo el primer negocio que se abría en esta calle. “Abrimos dando clases y haciendo confección a medida. Nos repartíamos el trabajo, una daba las clases y la otra atendía a la gente y hacía las pruebas para los encargos. Fueron comienzos de mucho trabajo, le dedicamos muchas horas que quitamos de nuestro tiempo de ocio, pero lo hacíamos con mucha ilusión y nunca nos importó”, y aseguran que gracias a esta forma de trabajar consiguieron ser un “tándem perfecto en su taller”
Ahora sobre sus mesas de trabajo rodeadas de cintas métricas, tijeras, hilos, botones, dedales y acericos llenos de alfileres y agujas, recuerdan que han confeccionado todo tipo de prendas para mujer. “Siempre hicimos confección a medida, hacíamos de todo, faldas, vestidos, pantalones, abrigos, chaquetas, trajes de novia, madrina de boda o invitados. Personalizábamos cada prenda a medida y en función de los gustos, fisonomía y adaptándola al cuerpo de la clienta. Antes se hacía mucha ropa para el día a día, últimamente se hace más para eventos, bodas, comuniones, fiestas, y para gente perfeccionista que lo quiere muy adaptado a su cuerpo”. Unas prendas que llevaban etiquetas con el nombre de “Dolores y Marta Modistas”.
Recuerdan que durante muchos años la moda que querían las clientas era la que se veía en las revistas y en las figuras de televisión, “sobre todo las prendas que se ponían presentadoras como María Teresa Campos que era de las que más influía, también cómo vestía la Reina Sofía y mandaban mucho las bodas que salían en las revistas especializadas. En los últimos años también la Reina Letizia”. Y comentan que “ahora se lleva mucho las diseñadoras”, pero aseguran estas profesionales que la ropa a medida y personalizada siempre tendrá futuro
Sobre como cambiaron los gustos y costumbres de las clientas en estos 40 años explican, “Todo ha cambiado bastante, antes se iba con vestidos todos los días, ahora se va mucho de sport y nos arreglamos para diferenciar unos días de otros. Los tejidos de antes tenían más calidad, los trajes duraban más, ahora con tanto tejido sintético, nos estamos hasta cargando el medio ambiente”
En su taller guardan como un tesoro una Singer con más de un siglo de antigüedad que perteneció a su abuela María Valdés que fue costurera, y las primeras máquinas de coser Refrey de pedal con las que empezaron a dar clases de modistas a numerosas alumnas. ”No podríamos calcular cuantas habrán aprendido el oficio con nosotras. Cuando empezamos llegamos a tener casi 50 personas diarias, ahora esto pasó de moda y el número bajó bastante. Las alumnas venían a aprender el oficio sobre todo para sus necesidades y las de su familia, pero no muchas se dedicaron a ello como profesión”
En lo que están las dos hermanas coinciden es que el mundo de la costura tiene mucho de arte, “esto es un trabajo muy artesanal. A nosotras siempre nos gustó aprender, nos fuimos adaptando a los tiempos y siempre fue trabajo muy gratificante. Con dedicación y profesionalidad esta es una profesión de la que se puede vivir”, y aseguran que el oficio de modista está cambiando, “cada vez se valora más un traje bien hecho al cuerpo”
Ahora que llega su jubilación dicen, “tenemos mucho que agradecer a todas las personas que pasaron por nuestro taller para que les hiciéramos algún trabajo. También a las alumnas que confiaron en nosotras para su formación. Con todas ellas crecimos nosotras. Tampoco nos podemos olvidar de la gente de comercios que relacionada con este mundo, tanto de Villaviciosa, como del resto de Asturias, que nos mandaran clientas. En estos 40 años nunca hicimos publicidad pero la mejor fue la del boca a boca”.
Y se despiden rememorando, “en nuestras vidas quedan momentos muy felices y grandes satisfacciones por pensar y ver a cuantas mujeres pusimos guapas para una boda, un evento o simplemente dando un paseo. No queremos olvidarnos de nadie. Siempre quedarán en nuestro recuerdo todas aquellas personas que de una u otra forma estuvieron relacionadas con nosotras con las que pasamos tan buenos momentos profesionales y personales y acompañándonos en esta profesión que nosotras elegimos. Por todo ello, gracias, gracias, muchísimas gracias”, dicen emocionadas y agradecidas en la despedida