El Gaitero cumple 130 años
Con presencia en los cinco continentes, la célebre empresa asturiana mantiene la misma ilusión que cuando se creó a finales del siglo XIX y se siente infinitamente agradecida a tantas y tantas personas que han confiando en ellos a lo largo de estas trece décadas
El paso del tiempo no ha hecho más que afianzar aún más el carácter de esta empresa familiar (en la que trabajan codo a codo la cuarta y quinta generación) y sus valores: compromiso, esfuerzo, constancia, amor a la tradición, espíritu innovador y pasión infinita por la tierra
Junio de 2020. El Gaitero, emblema de la industria asturiana, cumple... ¡130 años! Trece décadas que no hacen sino avalar el buen hacer de esta empresa familiar que revolucionó el mundo de la sidra allá por finales del siglo XIX y que, hoy en día, continúa siendo un referente del sector a nivel mundial, con presencia en los cinco continentes.
La empresa celebra este especial aniversario con la ilusión intacta y siempre fiel a sus valores: compromiso, esfuerzo, pasión por la tierra, constancia, amor por la tradición y espíritu innovador.
Y, por supuesto, lo hace eternamente agradecida a tantas y tantas personas que, en un lado y otro del planeta, han confiado en ellos tanto en el día a día como para acompañarlos en las celebraciones más importantes de sus vidas.
El ayer
La apasionante historia de esta empresa, que mantiene su carácter familiar a pesar de tantos cambios, se remonta a las últimas décadas del siglo XIX, cuando tres familias decidieron unir sus esfuerzos en una iniciativa pionera en el Concejo de Villaviciosa: la industrialización de la elaboración de la sidra, la bebida asturiana por excelencia. El 24 de mayo de 1890 se constituyó ante el notario de Villaviciosa la Sociedad Regular Colectiva Valle, Ballina y Fernández (conocida mundialmente a través de su marca Sidra El Gaitero), que 10 años después se convertiría en sociedad anónima.
Desde entonces, han viajado con su inimitable sidra llevando a Asturias por todo el mundo, superando con éxito crisis tan difíciles como las derivadas de las guerras, que originaron graves problemas tanto en las exportaciones como en el convulso mercado nacional.
Desde sus orígenes, Valle, Ballina y Fernández (El Gaitero) ha estado vinculada con numerosos proyectos de investigación y desarrollo de nuevos productos y puesta en marcha de nuevos equipos e instalaciones que renovaron y revolucionaron en muchos casos la forma de elaboración de la sidra.
El hoy
El Gaitero, presente en más de treinta países de los cinco continentes (desde Canadá a Filipinas, pasando por Australia, Japón, Dinamarca, Sudáfrica o Estados Unidos), sigue siendo una empresa familiar en la que en la actualidad trabajan dos generaciones de los Fernández, la cuarta y quinta-, “con vocación de continuar, por lo menos, ¡otras cinco generaciones más!”.
El espíritu empresarial de la familia Fernández viene de lejos. Ya en 1796, Antonio Fernández Costales y sus hijos formaron parte de aquel movimiento en el que se involucraron todas las clases sociales de la época, una emigración a las Indias (de ahí el término “indiano”) que estimulaba la necesidad o deseos de aventura. Así, partieron hacia México y allí desarrollaron actividades mercantiles con las que crecieron económicamente. A mediados del siglo XIX, sus descendientes Fernández Ballina regresaron a Villaviciosa, siendo su nieto Ángel Fernández Fernández el fundador y primera generación de lo que hoy es Valle, Ballina y Fernández y, por lo tanto, el antepasado del que descienden esa cuarta y quinta generación que hoy se encuentra al frente.
Desde entonces, en la firma llevan 130 años combinando con maestría los métodos tradicionales de elaboración con las tecnologías más modernas en una gran variedad de productos artesanos que hablan de sus raíces, del amor por el trabajo hecho con esfuerzo y mimo.
Por supuesto, la sidra es la gran protagonista. Cuentan con sidras de todas las variedades que contempla la D.O.P. Sidra de Asturias, por la que apostaron desde sus comienzos, y tres marcas acogidas a la misma: El Gaitero, Pomarina y Valle, Ballina y Fernández; pero siempre han formado parte de su gama también otros derivados de la manzana como los dulces y el zumo y disponen de una línea de platos caseros preparados y otra de turrones artesanos.
Su espíritu innovador y las tendencias del mercado les han impulsado a crear otros originales productos, como la gama Gaitero Spanish Cider (100% Apple, Red Grape y SIN), para el público más joven o 1898, su selecta sidra de hielo que homenajea con su nombre a la bodega principal, terminada ese año. Son solo algunos ejemplos.
Su vocación exportadora les ha llevado a crear productos adaptados a cada mercado como Chip, una bebida espumosa de diferentes sabores con base de zumo de manzana, ideal para países donde no se bebe alcohol; o los vinos espumosos Mon Basart, que triunfan en el Caribe.
Para El Gaitero, tan apegado a la tierra, el vino es muy importante, bello y vivo reflejo del lugar en el que nace. Por eso, son desde hace un año y medio propietarios únicos de una bodega situada en la Rioja Oriental: Real Agrado, donde se hacen vinos tan especiales como Canterabuey, el primer vino acogido a la nueva categoría creada por la D.O.C. Rioja: “Viñedo Singular”.
El, hoy en día, grupo empresarial, que tiene una facturación anual de 35 millones de euros y da empleo a casi 200 personas, acoge bajo su paraguas empresas de distinta índole pero en todas ellas aplican la misma filosofía familiar y ese esfuerzo y cariño que ponen en absolutamente todo lo que hacen. Estas son Industrial Zarracina, Viñedos de Alfaro, Polysier, Gráficas Summa y Concentrados de Villaviciosa.
Bodega Histórica de El Gaitero
El mañana
Una de las claves del éxito de El Gaitero es precisamente ese carácter familiar. Los trabajadores (algunos llevan formando parte de su historia varias generaciones), los miles de visitantes que reciben cada año y la clientela son lo más importante, y lo demuestran siempre que tienen ocasión.
Especialmente con todos ellos quieren compartir este aniversario tan especial y mostrarles su cariño y su agradecimiento, y el compromiso de que seguirán fieles a sus raíces, con más ganas e ilusión que nunca.