Villaviciosa dibujada con muchas miradas
Cubera presentó este jueves en el Teatro Riera su última publicación, “Villaviciosa una Mirada”. Os dejamos una galería fotofráfica del acto
El libro cuenta con 135 dibujos del acuarelista Humberto Alonso, en el que quedan reflejadas la esencia de numerosos rincones de todo el concejo maliayés. Así se pueden ver lugares, oficios, naturaleza, costumbres, ría, mar y montaña; y paisajes rurales y marineros, con detalles que a veces pasan desapercibidos a nuestras miradas.
Los dibujos van acompañados de pequeños textos de autores como Salvador Barro Pérez, Etelvino González López, Ángel Valle Cuesta, Lluis Portal Hevia, Mino Cifuentes Tuero, Juan Pedrayes Obaya, José Manuel Valdés Costales, Evaristo Arce y Venancio Iglesias.
Una excelente y muy cuidada publicación de Cubera “Asociación de Amigos del Paisaje de Villaviciosa”, que plasma con mucho arte y alma, no una, sino muchas miradas únicas sobre Villaviciosa.
La presentación del libro corrió a cargo de Alonso J. Puerta (exVicepresidente del
Parlamento Europeo). La edición de “Villaviciosa una Mirada” está subencionada por la Consejería de Educación, Cultura, y Deportes del Principado de Asturias, y forma parte de la colección y publicaciones anuales que reciben los socios de Cubera
DISCURSO DE PRESENTACIÓN DEL LIBRO “VILLAVICIOSA, UNA MIRADA”
En el Teatro Riera de Villaviciosa el día de Septiembre de 2012.
Por Alonso J. Puerta Gutiérrez
SEÑORAS Y SEÑORES, AMIGOS TODOS:
Esta tarde, antes de venir a esta presentación, he puesto azul sobre blanco un guión de mis palabras que me ayudará a no excederme demasiado de los 20 minutos asignados a mi intervención.
En primer lugar debo preguntarme ¿por qué he aceptado la invitación, por qué me atrevo a ser presentador de este magnífico libro “Villaviciosa, una mirada”? Son varias las razones. Por mi amistad antigua con Etelvino González, con quien he compartido una historia de lucha pacífica por recuperar la democracia y dar vida a sus instituciones en los años 70 del pasado siglo. Ya comprenderán que me impresiona hablar del “Siglo pasado” cuando evoco nuestras biografías.
Por mi nueva amistad con Humberto Alonso, a quien he conocido ya en el Siglo XXI como un hombre juvenil, ilusionado y activo, como corresponde a un joven , aunque haya cumplido ya los ochenta años.
Porque me lo ha pedido CUBERA, “Asociación de amigos del paisaje de Villaviciosa”, de la que soy socio, que realiza una misión tan importante de descubrimiento y explicación de las realidades de los estados de ánimo de la ciudad y de su concejo.
Finalmente, porque siempre he convivido con los libros que cada vez ocupan más espacio en mi domicilio y en mi pensamiento y cuando he tenido este libro en mis manos, después de seguir con interés su gestación desde el Café de Vicente, he sentido inmediatamente que es un libro singular: es hermoso, elegante, vivo y su contemplación y lectura producen placer.
Antes de hablarles de este libro, de su significado y también de sus autores deseo recordarles brevemente la historia de los libros, que muchos de ustedes ya conocen.
Los códices existían desde varios siglos antes de la Era Cristiana. Después de su extraordinaria importancia en la historia del Imperio Romano, como portadores de leyes y cultura, en la Edad Media sirvieron para mantener la unidad religiosa y cultural de la Cristiandad y transmitieron la filosofía y los conocimientos del mundo grecolatino desde los escritorios de los monasterios, en su mayoría benedictinos. Han llegado hasta nosotros bellos códices coloreados y miniados.
Esos códices resultaban muy caros por su calidad y además eran insuficientes en cantidad para llegar a todos los posibles destinatarios. A principios del Siglo XV ya se hacían varios ejemplares o copias utilizando la técnica de la Xilografía o grabado sobre madera, tanto para el texto como para los dibujos, pero en ese caso los códices debían tener muy pocas páginas. La eclosión cultural del Renacimiento exigía nuevas técnicas que hicieran posible una gran difusión, lo que se consiguió con la invención de la imprenta.
Hacia 1450 Johannes Gutenberg, primero en Estrasburgo y después en Maguncia, desarrolló la técnica de la reproducción tipográfica múltiple con tipos de plomo para el texto entre los que se intercalaban los grabados sobre madera. Entre 1454 y agosto de1456 se edita el primer libro conocido, la Biblia de Maguncia de 42 líneas. El éxito fue enorme y se produjo una gran conmoción cultural y social; algunos príncipes y altos dignatarios llegaron a exclamar: “podrán leer hasta los pobres”.
Saqueada Maguncia en las guerras de la época, los impresores alemanes emigraron y llegaron a Italia en 1460 y a París en 1465 y en una segunda oleada a España, Inglaterra y los Países Bajos.
A España llegan desde Italia llamados por el Obispo de Segovia Juan Arias Dávila, que hizo venir al impresor Juan Párix de Heidelberg quien en el año 1472 imprimió el célebre sinodal de Águila Fuentes. Después hubo imprentas en Barcelona, Valencia, Zaragoza, Sevilla y Salamanca. La imprenta saltó a América, a México, desde Sevilla en 1539, 18 años después de la conquista de México-Technotitlán por Hernán Cortés, 100 años antes de que existiera en el actual territorio de los Estados Unidos, en Cambridge (Massachusetts).
Como antecedente del libro que presentamos hoy, tiene importancia la fecha de 1480, cuando se imprimió en Sevilla el primer libro ilustrado de España, “Fascículus Temporum”, obra del fraile cartujo Rolewin de Laer, ciudad de Westfalia. La mayoría de los libros editados en España durante el Siglo XV, los llamados incunables, estaban escritos en latín, aproximadamente 6000 frente a 600 en castellano.
A partir de finales del Siglo XVI cesó el empleo de los grabados en madera; comenzó entonces el reinado de la calcografía que habría de durar dos siglos y durante ese tiempo la estampa, la imagen, va a ser primordial. El Siglo XVII será el momento cumbre del grabado en cobre extendido universalmente. Son famosos los grabados de Rubens y su escuela de Amberes (Flandes), de Rembrandt en Holanda y de los pintores al aguafuerte de Francia. Pero a finales del siglo XVII decayó el grabado y en muchos libros sólo figuraba la imagen del autor. En el Siglo XUIII se recupera la calidad del libro ilustrado.
Para darnos cuenta de la importancia de los grabados pensemos en la prodigiosa novela de Cervantes. Hasta que sus protagonistas D. Quijote y Sancho no aparecen dibujados como caballero andante a lomos del sufrido Rocinante y como astuto y sabio escudero sobre su borrico, no se fijan en el imaginario universal las figuras del ascético hidalgo y del tosco acompañante, simbolizando dos visiones de la realidad y de la vida. Su imagen se fija definitivamente en el Romanticismo con los grabados de Gustavo Doré; hoy en día se conoce la figura y el significado de estos arquetípicos personajes en los cinco continentes aunque muchos no hayan leído jamás la sin par novela de Cervantes.
A finales del Siglo XIX y en el Siglo XX las técnicas del fotograbado y sus derivadas permiten una elaboración esplendorosa de los libros ilustrados. Nos interesa mencionar que desde los primeros pasos del libro ilustrado ha habido siempre una tensa convivencia entre imagen y texto. Esto ocurre también en el libro que hoy presentamos.
¿Cómo se ha hecho este libro, cuál es su objetivo, qué define a sus autores?
El pintor Humberto Alonso, creador de las imágenes, ha sido definido en los textos como el pintor de la Ría, un pescador sereno y perseverante de los paisajes. Yo prefiero describirlo como una cazador, un cazador incruento como corresponde a la naturaleza pacífica de Humberto, que a través de su cerebro y de sus manos se apodera del alma de los paisajes, de los edificios y de los seres humanos que ha captado con su mirada.
Recuerdo una anécdota de un viaje a CentroAmérica que puede ayudarnos a comprender. El guía nos explicó que podía resultar peligroso fotografiar a los indígenas que pueblan los alrededores del lago de Atitlán en Guatemala, pues los más supersticiosos creen que la fotografía les roba el alma y por eso se habían producido agresiones, en algún caso con muertes, a los inadvertidos turistas.
Los paisajes, los edificios, los animales, los hombres y mujeres pintados a la acuarela por Humberto, con trazo muy limpio, firme y definitorio, no sólo tienen una magnífica textura, tienen alma y esto es lo que nos admira de su pintura.
Yo tengo en mi casa de Las Mariñas una excelente acuarela de Humberto que representa el Ayuntamiento de Villaviciosa y su entorno. A algunos amigos que me visitan, primero en casa y luego vienen a la Villa, les pongo frente al Ayuntamiento real y les digo: Este Ayuntamiento es copia del cuadro que habéis visto en casa, porque la realidad copia aquí a la imaginación y al arte.
No es casualidad que ante las acuarelas de Humberto se hayan mostrado deslumbradas personalidades tan diferentes como la Reina de España y el poeta pintor Rafael Alberti.
Humberto ha pasado de ser el pintor de la Ría a ser el pintor de Villaviciosa y su concejo, aunque es bien cierto que la ría, viva y dinámica con sus mareas, es un eje importante de su pintura. Desde lo particular del concejo y sus paisajes y costumbres, Humberto alcanza la universalidad.
Pero el libro no son solamente imágenes comentadas, como en un catálogo. El libro es mucho más, es una arquitectura diseñada y construida con esmero a través de los textos, dos tipos de textos, los de letra cursiva que apostillan magistralmente las imágenes y los textos por capítulos que explican el arte, la historia y la cultura de Villaviciosa y de sus gentes con precisión y elegancia y a veces con una imaginación que implica hasta a los dioses del Olimpo.
Recordemos el texto en el que D. Alfonso X El Sabio otorga, en Vitoria a 17 de octubre de 1270, a los habitantes de las tierras de Maliayo derechos y privilegios para que “hagan villa, con casas pobladas donde encierran su pan y su vino”, para que puedan celebrar mercado todos los miércoles como se hace hasta nuestros días y para que conforme al Fuero de Benavente los juicios puedan ir en alzada directamente al rey. Toda una historia escrita y vivida en tradiciones que perviven.
Si comparamos el libro con una catedral gótica, pensemos en la catedral de León, la pulcra leonina, es de justicia felicitar a Etelvino como diseñador y arquitecto principal acompañado de Ángel Valle como maquetador-aparejador sobre el terreno.
Y a todo el equipo constructor: Evaristo arce, Salvador Barro, Venancio Iglesias, Juan Pedrayer, Lluis Portal Y José Manuel Valdés; Pedrayes y Barro son arquitectos en la vida real pero todos ellos son maestros artífices de la obra imaginaria, de sus portadas, muros, capillas y arbotantes.
En esa catedral Humberto Alonso sería el autor d los vitrales, de las vidrieras por donde entra a raudales la luz que ilumina todos los espacios. Como la Catedral de León, este libro produce emoción estética y es ejemplo de armonía.
Queda claro que CUBERA a través del libro, de la mirada de un artista pintor y de la mano de los escritores, presenta una visión importante de Villaviciosa y su concejo, sin caer en el vicio, como se ha escrito, de convertir la ciudad, el concejo y sus paisajes en un decorado.
Voy terminando y quiero hacerlo con una cita de Ortega y Gasset para cumplir un irónico compromiso con el presidente de CUBERA. Ortega ha dejado escrito: “para que exista un libro es necesario que existan un estilo y un problema a solucionar y que se intente resolver”. Podemos afirmar que nuestro libro tiene sin duda el estilo propio de CUBERA y además intenta resolver el problema de definir con seriedad la estética y el espíritu de Villaviciosa y su concejo.
Sin más, felicito a Cubera y a los autores y doy la enhorabuena a los que reciben este libro, “Villaviciosa, una mirada”, un libro bello y vivo que no va a resultar fugaz como tantos otros. Como diría el poeta Gabriel Celaya, es un libro cargado de fututo.
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