“Coquetería femenina” Por Judith Obaya, en el blog, www.bmwridersnewsletter.es/BMW/
La rider maliayesa, que recorrió en moto los 20 mares de Europa con el apoyo de Autosa Oviedo, concesionario oficial BMW Motorrad, demuestra en este texto que ser una rider no significa perder la coquetería femenina.
Soy rider, soy leal a mi pasión por viajar en moto sin renunciar a mi condición de mujer y mi feminidad. Horas enfundada en un traje de cordura, que siempre será entallado marcando los perfiles más admirados. El pelo, siempre impecable, será mi mejor arma cuando me quite el casco. Manos y uñas en perfecto estado y siempre maquilladas, sin renunciar a meterlas, si es necesario, en la grasa de la cadena, o en unos guantes que, si llueve, me las dejarán negras como el carbón. Un exfoliante al final de la jornada y una crema regeneradora las dejarán listas para las caricias más sensuales.
En mis maletas, un equipaje bien planificado. En el neceser, todo lo necesario, pero lo justo. No se puede desperdiciar ni un centímetro de espacio. Crema hidratante de día y regeneradora de noche, mascarilla del pelo, esmalte, gloss, un perfume y lo justo para el cuerpo me darán un aspecto sencillo y fresco en cualquier situación. Si en la ruta está prevista alguna entrevista, un maquillaje en polvo y la máscara de pestañas serán un complemento perfecto que no ocupa mucho espacio y se aplica rápidamente mirándome en el mismo retrovisor de la moto si en los baños del camping hay cola.
Unos vaqueros, camiseta y deportivas, si me limito a los paseos para conocer los diferentes lugares donde pernocte. Si, de nuevo, tenemos prevista esa entrevista con posibilidades de una cena romántica, plegaré concienzudamente un vestido de un tejido que no arrugue fácilmente y, si no son estrictamente necesarios unos tacones, las francesitas serán un sustituto ideal que no pesan y no ocupan mucho espacio.
Al finalizar la jornada, cambio las placas identificativas por un colgante discreto pero bonito y el reloj deportivo lo aparco momentáneamente. Es el momento de poner ese anillo que no entra con los guantes y lucir unas manos estupendas.
Cuando, después de 12 horas rodando, o a mitad del camino, me quito las botas, quiero verme unas uñas en los pies bien esculpidas y a tono con las manos. No renunciaré a hacer lo que más me gusta, pero mi aspecto me preocupa como a la modelo más exquisita.
En mi último viaje, 20Mares, por 16 países diferentes, cada frontera suponía cambios de colores, culturas, tradiciones y modos de vida que se reflejan en las caras y en la indumentaria de las mujeres, exponiendo al mundo una forma de vida. De los pañuelos y largas túnicas en Turquía a la exagerada minifalda de las rusas veraneando en Georgia. País que, por otro lado, se esfuerza tanto en ser europeo que en ocasiones resulta estridente. Caras limpias en Grecia contra exagerado rímel en Rusia. Looks radicales en Alemania y Reino Unido frente a la sencillez de Noruega. Todo ello, a pie de calle, ausente de jornadas festivas en lugares cool a altas horas de la noche, momento en el que yo aprovechaba para actualizar mi blog o simplemente descansar de la larga jornada sobre mi moto.
Ser versátil es la clave. Una noche fría, acampada lejos de todo, bajo un millón de estrellas, me gusta tanto como una cena romántica a la luz de las velas. Hay momentos que se disfrutan en soledad y otros que la compañía adecuada los hace inolvidables.
Esta faceta camaleónica hace más interesante mi vida. La hace diferente. Me gusta ser diferente.
Del blog
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Noviembre, 2013