Los calieros un recuerdo de siglos en Villaviciosa. Fotos
Redacción VH
Los calieros u hornos para cocer piedra caliza y transformarla en cal abundaban en siglos pasados en Villaviciosa y otros lugares de Asturias, formando parte importante de su historia, y vida cotidiana rural de muchos pueblos, y recuerdo de un patrimonio etnográfico ya casi olvidado
La cal se viene usando en Asturias para la construcción desde la época romana. Se utilizó poco durante la edad media y a partir del siglo XVI se volvió a usar en edificios urbanos. A partir del siglo XVIII cogió auge sobre todo para usarla como fertilizante ya que sirve para quitar acidez a los suelos y los muchos caleros que funcionaron estaban dedicados a ese fin. La zona de mayor producción fue en los municipios marítimos, ria del Eo, ria de Villaviciosa y Gijón desde donde se exportaba a Galicia, región en la que escaseaba la piedra caliza y era Asturias su principal proveedora.
Todavía hoy en Villaviciosa los vecinos más mayores recuerdan aquellos caleros en zonas con abundancia de piedra caliza como, Amable Solares Fernández de 96 años, vecino de Bedriñana. “Aquí en Pentanes todavía queda un caliero bastante bien conservado. Recuerdo oir hablar que aquí se cocía piedra caliza de la que se obtenía la cal que se utilizaba como elemento de albañilería en la fabricación de morteros para la construcción de las casas que se mezclaba con arena que se traía de la cercana ría”, explica Solares (foto inferior)
Amable Solares, en el calieru de Pentanes, Bedriñana
También Ramón Noriega Obaya, ’Monchu’, de 83 años de Miravalles recuerda, “cuando era un neñu oía hablar que el calieru de aquí en La Cruz se había construido a la par que el palacio de Miravalles para abastecerlo de cal. Hoy todavía se puede ver la entrada al horno pero ya solo quedan los restos, es una pena”, apunta Noriega
Ramón Noriega Monchu delante del calieru de la Cruz Miravalles
Senén Rivero Cueto estudioso de la historia del concejo maliayés explica sobre los calieros maliayeses “En Villaviciosa ya tenemos noticia de los caleros desde principios de 1800 a través del ilustrado Caveda y Solares que en su descripción de Villaviciosa dice que en el concejo se cuecen muchas fanegas de cal, para abonar la tierra y para las obras, situaos dichos caleros en Tornón, Bedriñana y sobre todo san Martin del Mar, por estar cerca de la ría y que embarcan grandes cantidades en pataches a otros puertos sobre todo para las obras de El Ferrol”.
El uso de la cal fue muy variado en los últimos siglos, como abono, para blanqueos y encalados de casas, como desinfectante para paliar las plagas de arboles y cultivos, como mortero en la construcción al mezclarlo con arena de playa y para usos industriales como la fabricación de azúcar de remolacha, ya que la cal viva se emplea en la depuración del jugo de la remolacha azucarera. En 1900 se necesitaba 35 kg de cal para fabricar una tonelada de azúcar. La Azucarera de Villaviciosa, que funcionó durante (1900-1917) se abastecía de cal del calieru de San Martin del Mar.
“Otro uso de la cal del que nos queda registro en Villaviciosa es para las ‘Tenerias’ los lugares donde se curten pieles y cueros. En vasijas con agua y cal se introducían las pieles y el efecto de la cal era ampliar la porosidad de la piel y quitar el sebo y corroer los pelos y cañones de las mismas. Estas vasijas se conocen con el término de “Pelambre” que puede ser nuevo, mediano y viejo según que la cal utilizada fuese nueva o más o menos usada. El término “Pelambre” que se conoce en La Villa es posible que tenga su origen en estas Tenerias de curtidos”, apunta Rivero Cueto
En el BOPA número 151 de 2015 existe una resolución que incluye en el Inventario de Patrimonio Cultural de Asturias una selección de 31 hornos de cal de tipología tradicional, de ellos tres de Villaviciosa. El estudio fue encargado a un equipo de profesionales encabezados por el arquitecto maliayés Juan Pedrayes Obaya. Otro calieru del que quedan restos junto a la ría en la Enciena de Seloriu, pegado al puente con la cantera detrás
Calieru de Liñero
“Junto a la Ría, en la parroquia de Bedriñana, en el lugar de El Calieru existieron tres hornos. El de más arriba, conocido como la teyera de los Jacintos, fue usado hasta los años cuarenta por una cuadrilla de de llaniscos: cocía cal, teja y ladrillo. En la parroquia de Samartín del Mar, a orillas de la Ría, se conservan restos de dos calieros cerca del antiguo fondeadero del Puntal. Uno de ellos está situado en la finca conocida como de “Amable Rodríguez. La cal se embarcaba en veleros que atracaban en pequeños canales que aún se conservan. Eran de marcha continua y funcionaban todo el año. En 1861 utilizaban como combustible antracita de la mina de Viñón en Cabranes”, explica Pedrayes Obaya.
El periodo de esplendor del uso de los caleros fue el siglo XIX y el XX hasta la segunda república que entro en decadencia al ser sustituido en la construcción por el cemento Porland. “Tras la guerra ante la escasez de cemento, sometido a cupos, volvió a resurgir en la época de la autarquía y en Villaviciosa todavía se puede encontrar en el archivo municipal una petición en 1961 de varios vecinos de Argueru para reabrir un antiguo horno de cal, en un trozo de terreno público en el barrio del Robleu que había estado abandonado muchos años, según dicen por el encarecimiento del carbón y el transporte. En la petición manifiesta que la producción será destinada a la obtención de cal viva destinada al encalado, enmienda y abono de las fincas. La petición fue atendida por el consistorio, con la condición de que los peticionarios respondan solidariamente de todos los daños que puedan ocasionar especialmente en el arbolado contiguo y que no invadan el camino con acopios de grava o piedra”, explica Senén Rivero, según datos del Archivo municipal
Calieru de la Cruz en Miravalles
En Villaviciosa además de restos de calieros en Bedriñana, Tornón, San Martín del Mar, Miravalles o Liñeru, todavía recuerdan la mayoría de vecinos el último en funcionar, el existente en la Cantera de “Abéu” por vez por su proximidad a La Villa. Unas singulares construcciones de uso en numerosos pueblos de los que hoy en día ya en abandono solo quedan pequeños restos en ruinas