Belén y Antonio los ‘abuelos’ del mercado de la Plaza de abastos de la Villa, cuentan sus vidas
En la histórica plaza de abastos de Villaviciosa construida hace más de un siglo se revive cada miércoles el mejor ambiente del día de mercado semanal al que llegan los mejores productos frescos de las aldeas de todo el concejo. Con más de una veintena de puestos, los vendedores, la mayoría mujeres, pero también hombres, surten a buena parte de la vecindad de frutas, legumbres, hortalizas, y toda clase de productos de temporada que traen de cosecha propia de las ricas huertas maliayas de Fuentes, Cazanes, Seloriu, Rozaes, Llavares, Candanal, Amandi, Puelles, Bedriñana, Argüeru, Bedriñana, Tornón, Tazones o la propia Villa.
Antonio Blanco Blanco con 83 años es el vendedor más veterano y a veces todavía la acompaña su esposa Belén García Huerta con 86 años, pero después de la pandemia decidió dejar de acudir a la plaza por el cansancio y achaques que dan la edad, “Ahora ya no puedo trabajar la huerta, pero alguna vez todavía me gusta venir a la plaza por ver el ambiente, amigos, y acompañar un ratín a Antonio. A él le gusta tanto plantar que tampoco puede pasar sin venir a vender lo cosechado, pero a mi una lesión de espalda y los años ya me pesan”
Siempre con una sonrisa en la cara Belén recuerda como hace casi 80 años comenzó a acudir a la plaza con su abuela. “Me acuerdo perfectamente porque tenía 8 años, y mi abuela Feliciana me traía en burro desde San Martín del Mar, nos llevaba toda la mañana entre ir y volver. Por aquella época salir del pueblo y venir a la Villa era como una ir de romería. Vendíamos de todo lo que se cosechaba sobre todo fruta, hortalizas, fabes, huevos y se vendía por galipos, no como ahora por kilos”, recuerda Belén sobre como se aficionó y lo mucho que le gustaba ir vender al mercado
Con apellido “Huerta” que coincide con una de sus mayores aficiones, Belén también rememora épocas muy buenas de venta en los mercados. “Venía mucha gente de las Cuencas y de Gijón y llevaban de todo y en cantidad, y los tratantes hasta por sacos. Me acuerdo también hasta cuando se vendían pollos y conejos que ahora ya no se puede”, y dice que los mercados cambiaron mucho y cada vez fueron a menos por las crisis, el cambio a euro, o las aperturas de grandes superficies comerciales
Para Antonio la afición por la huerta es de toda la vida. “Nací en Campu Casu y a los 23 años me vine a Villaviciosa a trabajar en una casería en la Madalena donde estuve más de 30 años. Desde niño siempre me toco trabajar en el campo y siempre me gustó, sobre todo el ‘ganáo` y la güerta. Después compramos un terreno en el Puntal y así empezamos a vender Belén y yo en la plaza”, rememora este veterano cosechero sobre los que ahora son todavía sus mayores hobbys.
Belén y Antonio en la huerta El Llancín en el Puntal
“La güerta la llevamos trabajamos casi 30 años juntos, pero ahora Belén ya se rindió por sus 86 años. A mi también me cansa mucho, pero me entretiene tanto que seguiré mientras el cuerpo aguante, es lo que más me gusta para distraerme. Con mucho trabajo en estos años hemos cosechado de todo, flores, hortalizas, legumbres y frutas. Ahora cada vez puedo sembrar menos pero todavía tengo en esta época brócoli, lombarda, coliflor, y durante el año algunas patatas, cebollas, pimientos o fabes. También hay frutales con manzanas, membrillos, limones, kiwis, nueces y avellanas. En otras épocas hemos cultivado calabazas para dulce de cabello ángel y hasta manzanilla muy buena”, explica Antonio orgulloso de sus ahora ya escasas cosechas y productos, muchos regalados entre familiares y amigos
Tras unos meses sin asistir al mercado de la plaza por el confinamiento, este vendedor, ha vuelto, “pero no se hasta cuando, porque como Belén ya tengo muchos años y cada vez me cuesta más trabajar la huerta. En algún ‘mercáu’ me acompaña Belén porque es la ocasión que tiene de volver a ver y charlar con los conocidos de toda la vida que son como de la familia y aprovecha para irse a tomar un cafetín con ellos”. Ahora Antonio y Belén dicen, “con mucha pena”, y con aire de resignación que ya se plantean vender su productiva huerta y dejar de ir a la plaza, “porque los años no perdonan y entre los dos sumamos 170”.
Pero el matrimonio animan a visitar y comprar “producto local” en el mercado de miércoles. “La plaza es un sitio muy guapo para venir a vender aunque en épocas de otoño e invierno hay poca gente, en cambio este verano fue el que más gente se vio en años”. Y animan a “revivir” el mercado tradicional, “todo lo que se vende se cosecha aquí, y es garantía de fresco, calidad y barato”, dicen animando también a los más jóvenes a volver a descubrir y comprar en la plaza productos de cosecha natural y de Villaviciosa