Socorro Gallego recibió un cariñoso homenaje de sus antiguos alumnos.
Mas de 40 años en Villaviciosa de “maestra”, como a Socorro Gallego Coto, le gusta definir lo que fue su profesión, reconocidos por más de medio centenar de antiguas alumnos. Os ponemos una galería de fotos, y las palabras dedicadas a Socorro por una de sus exalumnas, Isolina Cueli
El homenaje tuvo lugar este domingo 12 de mayo, con una misa en Miravalles, oficiada por el párroco Antonio Vázquez, donde se tuvo un recuerdo por los alumnos fallecidos y a continuación un almuerzo en el restaurante Escorial de Amandi.
Vicente Alonso_ Socorro Gallego comenzó su carrera en la enseñanza en las escuelas de Sebrayu, donde estuvo 16 años. Estos alumnos de Sebrayu, Ordiera, Moriyón y la Miyar, fueron los impulsores del reconocimiento al cumplirse este año el cincuenta aniversario de la llegada a estas escuelas. Esta “maestra” pasó a continuación al Colegio Publico Maliayo de Villaviciosa, donde estuvo 24 años mas, hasta su jubilación en el año 2004.
Sobre el homenaje Socorro Gallego reconoce “Cuando me lo dijeron me asuste un poco, pero estoy agradecida porque supone que tienen un buen recuerdo y me quieren”. Los alumnos señalan sobre de su maestra, “Siempre fue una persona buena, sencilla y abierta, que sabía enseñar con respeto y cariño a la vez. Tenemos muy buenos recuerdos de esa etapa, fue a la vez maestra, amiga, e hizo muchas veces de madre. Después de terminar los años de clases, siempre siguió preocupándose por nosotros”
Al término de la comida de celebración tuvo lugar la entrega de una placa conmemorativa a la homenajeada, una cesta de flores, una tarjeta con las firmas y dedicatorias de los asistentes, y la mayor sorpresa para Socorro fue el regalo de un collar de caramelos idéntico al que le regalaron los exalumnos 40 años atrás. Una de las antiguas alumnas Isolina Cueli leyó una cariñosa semblanza de la homenajeada que arrancó los aplausos de los asistentes, y la emoción y alguna lágrima de una buena "maestra" y gran mujer
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Homenaje a Socorro, organizado por sus antiguos alumnos de Sebrayo (1963-2013)
Isolina Cueli:
Me tocó escribir estas palabras en función de mi oficio de periodista, porque, en el fondo creo que soy la alumna más breve que haya pasado por las aulas de Socorro.
Fueron unos meses, a los seis años, y tengo un recuerdo muy lejano, por eso, para armar este texto, me apoyé en la memoria de la propia Socorro y de algunos de vosotros.
Estamos hablando de cincuenta años atrás. Ninguno de nosotros podíamos imaginarnos qué sería de nuestra vida después de medio siglo. Pues ya lo anduvimos y estamos aquí rindiendo homenaje a Socorro, a la maestra Socorro, una figura que colaboró de forma directa en el modelaje de la personalidad de cada uno de nosotros y nosotras, después de la familia, por supuesto.
Imagino que ya habréis leído en los periódicos su impresión de estas cinco décadas en Asturias.
Nació en León, en Carrizo de la Ribera, pero llegó a Sebrayo con 21 años, así que casi es más asturiana que leonesa. Era una maestra joven que se disponía a estrenar su segundo destino como maestra. El primero había sido en su tierra, pero como pasó tanto frío, pidió como destino Asturias para ver si tenía más suerte y la escuela no era tan inhóspita. Y así, con ese deseo, llegó a Sebrayo, acompañada de su padre.
Se bajaron del autobús en Tornón, después de doce horas de viaje. El camino, muy embarrado, a pesar de ser verano, ya les daba una pista de lo que se iban a encontrar. Pero ese barro no impidió que Socorro viviese 16 años felices en Sebrayo, primero sola, de pensión, y luego en la escuela nueva, con su familia, Ceferino y sus dos hijos.
Cuando llegó la nueva maestra en el año 1963, las clases se impartían en una escuela improvisada en el pórtico de la Iglesia románica de Sebrayo. Socorro recuerda cómo tenían que poner piedras en el camino para badear los charcos y el barrizal. También recuerda el frío del primer año en aquella escuela improvisada y cómo los alumnos recogían leña para atizar la estufa. La misma que servía a los de la Sienra para calentar su comida, y así se evitaban hacer la caminata cuatro veces.
Todos estos recuerdos se le agolpan a Socorro desde que se enteró del encuentro que le tenían preparado. En la última semana aprovechó para repasar fotos antiguas, para hacer una lista de los alumnos que pasaron por sus clases en Sebrayo. Le salen unos sesenta. Desde que apareció en el periódico, el pasado miércoles, han sido muchas las personas que se adelantaron a este homenaje, con llamadas de teléfono y felicitaciones en la calle. Está abrumada, pero feliz de recibir este reconocimiento en la que ya es su tierra adoptiva.
Socorro tuvo la habilidad de llegar a Sebrayo y convertirse en una más. Además de sus clases, acompañaba a los vecinos a la hierba, a las esbillas, participando de los chistes, los juegos de la zapatilla.
En dieciséis años de convivencia ha vivido buenos y malos momentos, pero se queda con las experiencias y vivencias positivas. Por lo que veo, y a juzgar por la capacidad de convocatoria, los alumnos y alumnas también nos quedamos con las cosas buenas y los recuerdos positivos, y agradecemos a los organizadores y a quienes tuvieron la idea del homenaje, la oportunidad que nos brindaron para reunirnos hoy y poder recordar viejos tiempos.
En la Iglesia le dábamos las gracias a Socorro por colaborar en nuestra educación y en nuestra formación. Reitero ahora ese agradecimiento por su esfuerzo y su magisterio para hacer de los niños y niñas, buenas personas, que acabarán siendo buenos ciudadanos, buenos padres y madres, buenos compañeros de trabajo y buenos vecinos.
Ese trabajo para moldear personalidades continúa haciéndolo Socorro ahora, después de jubilada, gracias a su colaboración en el grupo de teatro del Colegio Maliayo, en el que ejerció treinta años. Curiosamente, ese grupo de Teatro se llama ERRe, ERRe, dos erres que ssegún la porpia Socorro corresponden a la Erre de Respeto a uno mismo y la Erre de Respeto a los demás. Me parece la mejor filosofía de vida y la mejor manera de ayudar a niños y jóvenes.
Nosotros te damos las gracias por la parte que nos tocó.