La presencia de Miguel Rojo en el Café de Vicente para presentar su nueva novela, Siempre estaré a tu lado, llenó todo el espacio disponible y permitió disfrutar a los asistentes de una hora de entretenida conversación sobre la literatura, el escritor, la sociedad actual o incluso la llingua asturiana, porque para todo eso dio el ágil diálogo que estableció desde el primer momento el autor con el presentador y moderador del acto, Ángel Valle.

Entre el público se encontraba grupos de alumnos y alumnas de Miguel, que como su compañero de mesa es profesor en el IES Víctor García de la Concha de Villaviciosa. También profesores, pero sobre todo numeroso público ajeno a ese ámbito que se acercaron a conocer, unos, la última novela publicada hasta el momento por Rojo, o a escuchar el punto de vista del autor los que ya han dado buena cuenta de las páginas que ha puesto en las librerías de toda España la Editorial Carena.

También asistió al acto la agente literaria del autor, Natalia Valdés, que se muestra satisfecha por la buena acogida que esta obra está teniendo entre los lectores. Después de recorrer las principales localidades asturianas, la promoción de la novela se abre, en estos meses siguientes, a Cantabria, las capitales castellanas, Barcelona y Madrid.

La novela narra en primera persona el secuestro de un hijo por su propio padre, despechado por una relación de pareja que se acaba, fundamentalmente debido a su actitud machista. Padre e hijo inician un viaje que es una huida hacia delante durante el cual vamos conociendo, como quien no quiere la cosa, las inseguridades que ocupan la cabeza del protagonista, la inocencia del hijo, las ataduras que el padre intenta romper con su salida en moto hacia Francia. Pero también el odio que lleva a la irracionalidad en demasiadas ocasiones. La vida misma, desgraciadamente, tan de cerca, tan desde dentro gracias a esa primera persona narrativa, que a veces asusta y hace que el lector no pueda quedarse indiferente.

El germen de la novela “sale, tristemente, de los informativos”, aseguraba Rojo, y lo que ha pretendido el autor es hacer una radiografía de esos personajes, “acercarme a ellos para tratar de entender esos comportamientos irracionales”. Ese proceso hace que uno se ponga en cuestión muchas cosas porque “la construcción de una novela cargada de tanta dureza actúa de alguna manera sobre el propio autor, le afecta, le hace cambiar. Yo considero que una buena novela es la que hace cambiar a la persona y tengo la sensación de que algo de ese efecto se ha dando en mí en este caso”. Los lectores tienen escasas 200 páginas de lectura ágil y absorbente para darle la razón, o no.

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