Hace dos primaveras que no se ve la enorme tortuga que durante más de diez años volvía de la hibernación, y era la sensación de vecinos que hacían la ruta de paseo  fluvial de la Alameda de Amandi.

Con la llegada del sol primaveral,  esta semana se podía ver un nuevo galápago, otra tortuga de Florida (trchemys seripta). De un considerable tamaño, más de 20 centímetros,  y por el característico color amarillo de la cabeza, podría ser de la especie de agua, muchas veces  regalada como mascota y después abandonada.

Esta tortuga  ya no se puede vender en tiendas de animales al considerarse especie exótica invasora y amenaza grave para las especies autóctonas. Cuando es liberada, se convierte en invasora y carnívora, convirtiéndose en voraz depredador de pequeños peces y otros animales.

La  tortuga de Florida (trchemys seripta) que se pasa el día entre el agua o tomando el sol, puede vivir 40 años.