La naturaleza sigue su curso y nos muestra a su manera que hay esperanza para la vida. Foto archivo
Con la llegada del buen tiempo decenas de nuevas vidas llegaban ya a los porreos de La Villa desde los primeros días de marzo. Las primeras familias numerosas de pequeños Azulones (Anas platyrhynchos) ya podían nadar y corretear por los humedales del entorno del Cierrón.
Además de patitos ya abundaban en estas charcas, Rascones o Gallinetas. También se espera para anidar la llegada de la Cigüeñuela, que suele hacerlo en los primeros días de abril ya que la Ría de Villaviciosa es el único lugar de Asturias donde anida esta especie tan elegante de ave limícola
Con las temperaturas casi primaverales otras especies de pájaros pequeños, seguramente ya habrán empezado a criar, o al menos a construir sus nidos en este espacio natural como la Tarabilla común (Char char es el nombre asturiano que recibe en Villaviciosa), Buitrón, Mirlo común (Ñerbatu), Petirrojo (Raitán), Chochín (Cerica), o la Lavandera blanca, típicos de los porreos de La Villa
Ajena a la epidemia que estos días nos mantiene encerrados, la naturaleza sigue su curso y nos muestra a su manera que hay esperanza para la vida.