FOTOS – Toda la Procesión del Miércoles Santo de Villaviciosa “paso a paso” en imágenes
Os dejamos completo el Sermón del Encuentro, a cargo del Predicador Rvdo. Sr. Enrique Álvarez Moro, párroco de Turón
El Miércoles Santo conmemora el momento en que Cristo se encuentra con la Verónica, San Juan y María en su camino hacia el calvario. Una procesión que los villaviciosinos viven con pasión y fervor religioso y que daba comienzo a las nueve menos cuarto.
Las imágenes del Cristo, la Verónica, San Juan y María salieron desde la iglesia parroquial hasta la Plaza del Ancho, donde tuvo lugar el Sermón del Encuentro, a cargo del Predicador Rvdo. Sr. Enrique Álvarez Moro, párroco de Turón
Numerosos niños participaron en la procesión portando estandartes, farolillos, pasos o simplemente acompañando ataviados con la túnica de Semana Santa.
Los oficios religiosos continúan en Villaviciosa con las procesiones del Jueves y Viernes Santo, las más multitudinarias y finalizan con la Procesión de la Soledad y el Domingo de Resurrección.
TODAS LAS FOTOS PASO A PASO DE LA PROCESION
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SERMON DE LA PROCESIÓN DEL ENCUENTRO SEMANA SANTA 2022 VILLAVICIOSA: Predicador Rvdo. Sr. Enrique Álvarez Moro, párroco de Turón
La vida se dirime en un encuentro. En una coincidencia de miradas. La de Dios y la del hombre. La de Dios hombre y la de los humildes de la tierra. He aquí ante nosotros a Jesús, el Nazareno. Lleva en su mirada el dolor de una agonía y la ternura de una entrega, el desgarro de la pasión y la confianza de saberse en las manos de su Padre Dios. Pero no está solo. Nunca lo estuvo. Ahora tampoco. Quedan pocos, pero quedan los que han entendido cómo Dios siente y cómo Dios ama y hace las cosas. La Cruz de Jesús es la Palabra con la que Dios ha respondido al mal del mundo. A veces nos parece que Dios no responde al mal, que permanece en silencio. En realidad, Dios ha hablado, ha respondido, y su respuesta es la Cruz de Cristo: una palabra que es amor, misericordia, perdón. Y también juicio: Dios nos juzga amándonos. Recordemos esto: Dios nos juzga amándonos. Si acojo su amor estoy salvado, si lo rechazo me condeno, no por él, sino por mí mismo, porque Dios no condena, Él sólo ama y salva. Quedan los que han entendido LA PALABRA DE LA CRUZ. La última y definitiva Palabra de Dios. La palabra de la Cruz es también la respuesta de los cristianos al mal que sigue actuando en nosotros y a nuestro alrededor. Los cristianos deben responder al mal con el bien, tomando sobre sí la Cruz, como Jesús. Cuánto necesitamos que nos mires, Jesús Nazareno, y cuánto necesitamos aprender de los que te encuentras a tu paso camino del Gólgota. Déjanos hacer el camino contigo. Ayúdanos a transformar el dolor en amor. Ayúdanos a entender la Palabra de la Cruz sobre nosotros y sobre el mundo. Sabemos que serías más amable si nos levantases de toda postración física y fueras un Dios milagrero que, a lo mínimo de nuestros sufrimientos, con tu “varita mágica”, nos quitases todo lo que nos hace llorar. Pero ese no eres Tú. A veces me pregunto, ¿te amaría más porque me librases de todo o porque en todo tu te haces uno conmigo? O ¿Por qué Tú me sacaras de todo o porque Tú te metieses en todo lo mío para llenarlo de sentido eterno? La Vida se dirime en un encuentro de miradas. De Compasión. En un encuentro de fidelidades. De la tuya me fío. De la mía, ayúdame.
- LA VERÓNICA
¡Habrá en la multitud una persona que se apiade del condenado, alguien que se acerque a Él valientemente para confesarle su fe, su compasión y misericordia! Sí, la hay. Ved como se adelanta. Se llama Verónica.
Entre la agitada multitud que contempla la subida de Jesús al Calvario, aparece Verónica, una mujer sin rostro, sin historia. Y, sin embargo, una mujer valiente, dispuesta a escuchar al Espíritu y seguir sus inspiraciones, capaz de reconocer la gloria del Hijo de Dios en el rostro desfigurado de Jesús, y percibir su invitación: «Vosotros, los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor como el dolor que me atormenta» (Lm 1,12).
El amor que encarna esta mujer nos deja sin palabras. El amor le da fuerzas para desafiar a los guardias, para atravesar la multitud, para acercarse al Señor y realizar un gesto de compasión y de fe: detener el flujo de sangre de las heridas, enjugar las lágrimas del dolor, contemplar aquel rostro desfigurado, detrás del cual se esconde el rostro de Dios.
Instintivamente huimos del sufrimiento, porque el sufrimiento nos repugna. Cuántas veces, cuando nos encontramos con tantos rostros desfigurados por las aflicciones de la vida miramos a otro lado. ¿Cómo no ver el rostro del Señor en los millones de prófugos, refugiados y desplazados que huyen desesperados del horror de la guerra, de las persecuciones y de las dictaduras? Para cada uno de ellos, con su rostro irrepetible, Dios se manifiesta siempre como un valiente rescatador. Como Verónica, la mujer sin rostro, que enjugó amorosamente el rostro de Jesús.
Cuántos quisieran obviar esta “intrusa” de la misericordia, a esta “abusona” que no puede presentar la entrada con el sello de la historia. Si prescindiéramos de la Verónica sería la descalificación de un mundo poblado de animales, equipados de razón y de un robusto corazón de piedra.
Si Cristo, a lo largo de la Via dolorosa, no hubiese encontrado ni quisiera una persona capaz de cumplir el gesto de la Verónica, un pañuelo pasado furtivamente por un rostro deshecho por el cansancio y cubierto de sudor, sangre y salivazos, entonces, en verdad, me avergonzaría de ser hombre. Entonces debería dirigirme a geógrafos y astrónomos y científicos y decirles rotundamente: Queridos e ilustres señores, habéis tenido una colosal equivocación al presentarnos la tierra en la forma que la vemos en el mapamundi. Corregid vuestro error. En realidad la tierra tiene forma de jaula y dentro hay dos clases de fieras: las que se arrojan, ávidas, sobre la presa y las que asisten, impasibles, al estrago.
No. Por suerte existe esta mujer con su pañuelo. Todos la necesitamos. Para que se nos reconozca al menos una brizna de dignidad.
Verónica está hoy también. Además de personas de la raza de Simón de Cirene hay gente de la familia de la Verónica. Ella representa, en la Pasión de Cristo, las personas que tienen el coraje de realizar UN GESTO QUE NO RESUELVE NADA. Un gesto pequeño, inútil, desproporcionado a la gravedad y complejidad de la situación. Y sin embargo, estos oscuros profesionales del GESTO QUE NO RESUELVE NADA, son los que hacen creíble el término “progreso”. Así es la Verónica y los de su familia hoy. Estos no intentan resolver los problemas globales, ni afrontar las situaciones en sus implicaciones socioculturales, ni esperan que se invente una nueva estrategia de la misericordia. Se contentan con resolver el minúsculo problema de aquel sufrimiento que está ahí, ante su vista, y del que nadie se preocupa.
Pienso en aquella joven religiosa en una dura sección de un hospital psiquiátrico. Las flores, el rincón característico con las butacas de colores pintadas con gusto, las pinturas de las paredes… De vez en cuando el contenido de algún plato iba a estrellarse contra los cuadros y lo que goteaba paredes abajo no era preciosamente algo artístico…
Alguno, razonable, por supuesto, insinuaba…
- No merece la pena afanarse tanto por adornar un ambiente como este. Total, al final de la tarde, todo queda hecho una lástima. Y además ni siquiera ellos entienden…
Pero ella, la hermana de “la congregación de la VERÓNICA”, cada tarde comienza de nuevo a pintar, a poner todo en orden, a colocar adornos en las paredes, a reparar una butaca deshecha... SABE QUE EL AMOR TIENE UNA LÓGICA PARA LA CUAL NO HAY GESTO INÚTIL O INSIGNIFICANTE. Y TODO MERECE LA PENA CUANDO SE AMA.
+ Señor Jesús TE IMPLORAMOS CON LA VERÓNICA QUE HA VENIDO ANTE TI: Danos la
fuerza del gesto que no resuelve nada. Y revélanos que debo comenzar por resolver el minúsculo problema del pobre hombre que espera algo de mí ahora. No permitas que falten nunca en medio de nosotros los animosos profesionales del “GESTO DE NADA”. El gesto, sorprendente, de la persona que sale fuera del propio egoísmo y pone al descubierto su propio corazón. De carne.
+ Señor, TE ROGAMOS CON LA VERÓNICA QUE SE POSTRA ANTE TI: por las mujeres que sostienen en gran medida el anuncio de la fe en el mundo y el camino de las comunidades cristianas. Haz que sigan siendo testigos de esa felicidad que brota del encuentro contigo y que constituye el secreto profundo de sus vidas. Cuídalas como signo luminoso de maternidad junto a los últimos que, en sus corazones, son los primeros.
+ Cristo, TE GRITAMOS CON LA VERÓNICA QUE TE ENJUGA EL ROSTRO: Ayúdanos a
encontrarlo en los hermanos que recorren la vía del dolor y de la humillación. Haz que sepamos enjugar las lágrimas y la sangre de los vencidos de toda época, de los que la sociedad rica y despreocupada descarta sin escrúpulo. Haz que detrás de cada rostro, también el del hombre más abandonado, sepamos descubrir tu rostro de belleza infinita. BELLEZA QUE DEJASTE PARA SIEMPRE EN LA MUJER SIN ROSTRO PERO CON TU ROSTRO IMPRESO PARA SIEMPRE EN SU CORAZÓN.
- SAN JUAN
Jesús, la Verónica te consuela. Pero ¿dónde están los tuyos, los que tan de cerca consolaste e instruiste con tu Palabra de Verdad? Han huido. ¿Vas al suplicio solo? No, viene el discípulo que dejaste recostar en tu pecho. Aquel que supo entender tu Corazón. Mira, Señor, se acerca san Juan!
¡Curaste a mucha gente, saciaste a otra, enseñaste a los que amabas más de cerca, salvaste a tantos de la enfermedad, del sin sentido, de la derrota o de la salvación meramente material! ¿Esa gente dónde está? Unos por miedo, otros por traición. Parece que has fracasado, Señor. Nos enseñaste a ser feliz, a ser hijos y hermanos. Y te hemos pagado con la soledad. Traición, miedo, ingratitud por querer ser espectadores y no reconocer que tu Pasión es por nosotros. Es la nuestra. Al pie de tus pasos y de tu Cruz quedan unas cuantas mujeres benditas que lloran el amor herido pero sobre todo quedan María y Juan. Fueron fieles. Y se unieron a ti en el sacrificio. El amor verdadero no es “por ti mato” sino “por ti muero”. Contigo mueren por dentro. Pero como sacrificio para hacer vivir y reinar al Rey de Reyes y a los “descendientes” humildes de todas las generaciones, de este Rey.
En el reloj de Juan siempre quedó una hora grabada, las 4 de la tarde. Jesús le llamo a ser de los suyos para ser fuerza y fundamento de una Verdad crucificada… El es el discípulo amado. Con María, por indicación del Maestro, forma una nueva familia que custodia hasta la última gota la salvación que nace de la Sangre del Señor. Una familia siempre al pie de la Cruz y de los crucificados. No optaron por gritar, o por traicionar, o por depurar responsabilidad. Optaron por creer a pesar de lo que vieron. Optaron por creer a Dios antes que al dolor. Optaron
por no dejar solo al Crucificado en los dolorosos. Optaron por creer que Dios tiene la ultima palabra siempre. Y que sólo triunfa al final de historia.
Juan, en su Evangelio, escribió que Dios nos amo tanto que puso su tienda entre nosotros. Una tienda donde cobijarse de la intemperie de lo dominante, de lo políticamente correcto… Una tienda donde cobijarse para que no nos acechen los ídolos del tener, del poder o del placer. Una tienda donde Dios nos habla al corazón. De humanidad a humanidad. Y nos hace la invitación de ser su familia. Juan no quiso permanecer en esta historia sin pertenecer a nadie. Permaneció y perteneció, haciendo lo mismo que el maestro y con sus sentimientos.
Estuvo en el Tabor donde vio a Dios a través de la pobreza de su humanidad. Después estuvo en Getsemaní donde todo se oscureció y solo hubo dolor, ojos cargados y falta de vela. Juan, sabía, porque lo aprendió del Maestro, que nuestra vida está hecha de dolor y gozo, de luz y de gloria. Lo importante es que el Señor pasa a través de este Rosario de situaciones para dar sentido a todo sin perder el amor más heroico. Dios está en lo nuestro pero no nos saca de lo nuestro. Dios es omipotente pero también omnidebilidad. Dios es gloria viviente y también dolor crucificado. Dios puede pero también es mendigo. Dios pide como mendigo y premia como Rey. Todo esto lo dejó por escrito Juan. Su Buena Noticia. Primero fue su vida. Después fueron sus palabras llenas de Espíritu Santo.
+ SEÑOR, CON JUAN, TE PEDIMOS… HAZNOS SER EL QUINTO EVANGELIO PARA QUE, QUIENES NOS “LEAN”, ACIERTEN CÓMO LATE TU CORAZÓN POR ELLOS. SOLO EL AMOR ES DIGNO DE FE.
+ SEÑOR, CON JUAN, TE ROGAMOS… HAZNOS VIVIR EN LA LUZ, EN LA VERDAD, EN EL
AMOR.
+ SEÑOR, CON JUAN, TE GRITAMOS… SACANOS DE LA INDIFERENCIA ANTE LOS CRUCIFICADOS DE LA HISTORIA. HAZNOS ESTAR POR DEBAJO DE SUS PIES. AUNQUE TODOS GRITEN, AUNQUE TODOS MARCHEN. AYÚDANOS A HACER LO QUE NADIE QUIERE, PARA LO QUE NADIE ESTÉ DISPUESTO. EN LO FEO, EN LO MACHACADO, EN LO TRITURADO, HAZNOS PONER EL AMOR CRUCIFICADO, EL AMOR FIEL. EL AMOR QUE RECONOCE Y SALVA DE LA INDIFERENCIA.
- NUESTRA MADRE DOLOROSA
Simeón los bendijo diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma». Su madre conservaba todo esto en su corazón. Dios ha querido que la vida venga al mundo a través del dolor del parto: a través del sufrimiento de una madre que da la vida al mundo. Todos necesitan una Madre, también Dios. «El Verbo se hizo carne» (Jn 1,14) en el seno de una Virgen. María lo acogió, lo dio a luz en Belén, lo envolvió en pañales, lo protegió y lo hizo crecer con el calor de su amor, y lo acompañó hasta su «hora». Ahora, a los pies del Calvario, se cumple la profecía de Simeón: una espada le atraviesa el corazón. María ve al Hijo, desfigurado y exánime bajo el peso de la cruz. Ojos dolorosos, los de la Madre, partícipe hasta el extremo en el dolor del Hijo, pero
también ojos llenos de esperanza, que, desde el día de su «sí» al anuncio del ángel (cf. Lc 1,26- 38) no han dejado de reflejar esa luz divina que brilla también en este día de sufrimiento.
María es mujer y madre. Genio femenino y ternura. Sabiduría y caridad. María, como madre de todos, «es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto», y «como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 286).
Los Ojos de María han visto esto:
El crucificado es la ofrenda total. No se ha reservado nada, ni un retazo de su vestidura, ni una gota de su sangre, ni la Madre. Ha dado todo: «Consummatum est». Cuando no se tiene nada más para dar, porque se ha dado todo, entonces se es capaz de dar verdaderamente. Despojado, desnudo, consumido por las llagas, por la sed del abandono, por los improperios: no tiene ya figura de hombre. Dar todo: eso es la caridad.
Ella, dolorosa, nos dice a sus hijos: hijos, donde termina lo vuestro, comienza el Paraíso.
Dar todo: eso es la caridad. Eso es amar como mi Hijo.
También María ha llegado al final del camino. Ha llegado aquel día del que hablaba el anciano Simeón. Cuando tomó en sus brazos temblorosos al niño y su acción de gracias continuó con palabras misteriosas, que entrelazaban contemporáneamente drama y esperanza, dolor y salvación.
Ya la visita del ángel había hecho resonar en su corazón un anuncio increíble: Dios había escogido su vida para hacer florecer la novedad prometida a Israel, que «ni el ojo vio, ni el oído oyó» (1 Co 2,9; cf. Is 64,3). Y ella aceptó ese proyecto divino que comenzó a transformar su cuerpo y, que más tarde, condujo por caminos impredecibles al hijo nacido de sus entrañas.
En los días ocultos de Nazaret y luego también en el tiempo de la vida pública, cuando llegó la exigencia de hacerle sitio a la otra familia —la de los discípulos, esos desconocidos que Jesús decía que eran sus hermanos, hermanas y madres—, ella conservó todas estas cosas en su corazón, las confió a la gran paciencia de su fe.
Hoy es el tiempo del cumplimiento. La lanza que atraviesa el costado del Hijo traspasa también su corazón. También María se sumerge en la confianza sin apoyo, en la que Jesús vive totalmente su obediencia al Padre.
De pie, ella no huye. Stabat Mater. En la oscuridad, pero convencida, sabe que Dios cumple sus promesas. En la oscuridad, pero convencida, sabe que Jesús es la promesa y su cumplimiento.
Madre Santísima, Madre dolorosa, méteme en la cabeza que yo me “sostengo” en cuanto me sostienen los clavos. Los clavos de la coherencia, del sacrificio, de la fe en obras de amor, del encuentro con Él en la oración… Sí, mi fidelidad depende de la profundidad con que me traspasen los clavos. Y son clavos, quede claro, que “sostienen la vida” no “la muerte”. TE ROGAMOS, TE LO IMPLORAMOS, TE LO GRITAMOS. ASÍ QUEREMOS CONSOLARTE EN LA VIA DOLOROSA.
- LA PROCESIÓN CONTINÚA…
Hermanos, estamos llamados a continuar la Via Dolorosa hacia la Via iluminada. No somos hijos solamente de la Cruz sino de la Luz. Pero a la gloria se llega por los dolores. La Cruz no se sobrevuela, se traspasa. La fidelidad que pide el Crucificado es dejarse sostener por sus clavos, aunque duela, aunque no se lleve, aunque no reporte ganancia terrena alguna. Ante el Crucificado, ante Cristo con su Cruz, se nos han ofrecido tres modelos que hablan de gesto gratuito de amor aunque no resuelva nada en el instante, un amor que en Cristo permanece y pertenece para vivir en la Luz, y un Corazón, el de la Virgen Santísima, que en las dos cunas de su historia, Belen y el Gólgota, sabe confiar en las promesas de Dios. Todo lo que Dios toca, todo tiene sentido de amor eterno. Hasta la muerte, que ya es puerta y no muro. Aunque nacer no hemos podido, vivir no sabemos y morir no queremos, aquí se nos revela que nacer es un regalo, vivir es un ensayo y morir, una puerta. En la Pasión del Señor se nos revela lo que valemos. Y lo que valen nuestros enemigos. Ante la Cruz somos todos hermanos de Sangre. Llevemos la procesión de dentro por fuera. No hay descanso cuando se ama. Reconcíliate pronto con tu hermano. Perdona a tus enemigos. Déjate perdonar por quienes te consideran enemigo. Da lo que retuviste. Acompaña a quien dejaste. Deja de desear lo que no te pertenece. Cuida lo que descuidaste. Ordena lo que no tiene sinfonía con Dios. La Gloria te espera porque el Nazareno no ha dejado de grabarte en su memoria.
“Cristo, cristal purísimo que no se rompe nunca. Cristo, creo en tu cruz que nutre nuestra arteria.
Bebo debajo de tu trono de espinas, duermo en tu ala siempre viva,
y no hay porque pedirte por los hombres porque todos los hombres están en tu memoria,
en tu luz desbordante con que nos amas sin méritos. Sé que te desvives hasta morir, de nuevo,
en cada instante, por los son que son ingratos con los otros.
Cristo, cristal purísimo que no se rompe nunca.
Cristo, creo en tu cruz
que nutre nuestra arteria”. (Gloria Fuertes)
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PROGRAMA ACTOS SEMANA SANTA VILLAVICIOSA 2022
JUEVES SANTO, 14 DE ABRIL
17,00 H. IGLESIA DE LAS CLARISAS
EUCARISTÍA DE LA CENA DEL SEÑOR
19,00 H. IGLESIA PARROQUIAL
EUCARISTÍA DE LA CENA DEL SEÑOR
Acompañamiento Musical – Coral Capilla de la Torre
20,45 H. IGLESIA PARROQUIAL
PROCESIÓN DEL CALVARIO
Acompañamiento Músical: Banda de Música de Villaviciosa
VIERNES SANTO, 15 DE ABRIL
12,30 H. IGLESIA PARROQUIAL
CELEBRACIÓN LITÚRGICA DE LA MUERTE DEL SEÑOR
Acompañamiento Musical: Coro Parroquial
17,00 H. IGLESIA DE LAS CLARISAS
CELEBRACIÓN LITÚRGICA DE LA MUERTE DEL SEÑOR
19,00 H. PLAZA DE SAN FRANCISCO
SERMÓN DEL DESENCLAVO y a continuación PROCESIÓN DEL SANTO ENTIERRO
Predicador: Excmo.Rvdmo.Sr. Juan Antonio Martínez Camino, Obispo Auxiliar de Madrid
Acompañamiento Músical: Coral Capilla de la Torre-Banda de Música de Villaviciosa - Banda de cornetas del Regimiento Príncipe nºIII
SABADO SANTO, 16 DE ABRIL
8,00 H. IGLESIA PARROQUIAL
ROSARIO DE LA SOLEDAD
8,30 H. IGLESIA PARROQUIAL
PROCESIÓN DE LA SOLEDAD
Acompañamiento Musical: Coral Capilla de la Torre
19,00 H. IGLESIA PARROQUIAL
VIGILIA PASCUAL
22,00 H. IGLESIA DE LAS CLARISAS
VIGILIA PASCUAL
DOMINGO DE RESURRECCION, 17 DE ABRIL
09,30 H. IGLESIA DE LAS CLARISAS
SOLEMNE EUCARISTÍA DE PASCUA
12,00 H. IGLESIA PARROQUIAL
PROCESIÓN DEL RESUCITADO CON MARÍA Y SOLEMNE EUCARISTÍA DE PASCUA
Acompañamiento Músical: Banda de Gaites El Gaitero de Villaviciosa – Coro Parroquial