
Fotos. Con la conferencia de Carlos Otero, José Caunedo revive en su parroquia de Amandi
El cura ilustrado José Caunedo y Cuenllas, que pasó los últimos 33 de sus 77 años de vida como arcipreste de Villaviciosa desde su parroquia de Amandi, volvió ayer al recuerdo de sus vecinos de la mano del joven investigador Carlos Otero Busta, que dio cuenta de su reciente investigación sobre la figura de este hombre cuya huella en Amandi sigue patente. La asociación de Amigos del Paisaje de Villaviciosa, Cubera, con la colaboración de la propia parroquia, organizó un acto de tono familiar para conmemorar el tercer centenario del nacimiento de este sacerdote que pasa por ser el primer estudioso con rigor científico del mundo de la manzana y la sidra en Asturias.
Pese al tiempo transcurrido, el presidente de Cubera, Ángel Valle, quiso resaltar que ese nexo sigue vivo de una manera material: “no solo estamos en un espacio rehabilitado con exquisito rigor por Caunedo, sino que sobre esta mesa tenemos el Libro de Fábrica de la parroquia de Amandi, que estrenaba aquel párroco en 1770 y que cerraba en el año 2001 nuestro actual párroco, don Carlos Capellán”.
José Caunedo sería enterrado en 1802 dentro del templo que acogió la conferencia, aunque con el paso de los siglos se le ha perdido la pista a su tumba.
Asistentes en la iglesia de Amandi
La intervención del historiador Carlos Otero Busta expuso el primer lugar su método de trabajo, revisando y ampliando las fuentes de las que se disponía hasta el momento, para recorrer luego la biografía del sacerdote somedano, su red familiar y su recorrido profesional por los concejos de Allande y Luarca antes de ocupar la parroquia de Amandi.
En la localidad maliaya será contemporáneo de ilustrados más conocidos en el entorno de Caveda y Solares. En ese periodo se detuvo Carlos Otero tanto en su labor pastoral como en la propia gestión de la parroquia, donde descubre a un hombre culto, riguroso y preocupado por el bienestar material de su “rebaño”, en la línea del Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos, que trató de luchar contra una evidencia: “en España, los que labran no leen, y los que leen no labran”.
El mismo rigor emplearía en la recuperación física de su iglesia parroquial, en la que desmontó y montó pieza a piedra el espectacular ábside románico, construyó una nueva sacristía o levantó el pórtico Sur con una bancada perimetral de piedra para favorecer su uso como tradicional espacio de reunión. “La consagración de las nuevas campanas en 1790 –destaca Carlos Otero– se recoge en el Libro de Fábrica de la parroquia con una minuciosidad y un estilo literario que nos hacen pensar en un autor consciente de que su testimonio debe perdurar en el tiempo y resultar de utilidad a las generaciones siguientes”.
De los libros parroquiales extrae también Otero Busta evidencias del deterioro físico del párroco ya anciano –“entre 1800 y su muerte en 1802 apenas otorga sacramentos y es sustituido por otros sacerdotes”–, o coincidencias que quedan pendientes para posibles investigaciones futuras, como la menor presencia de Caunedo en la impartición de algunos sacramentos en los años en los que se ejecutan las reparaciones más importantes de la iglesia o escribe su primer estudio sobre la producción de sidra.
El acto se cerraría con la entrega de Cubera a todos los asistentes de una tarjeta serigrafiada por la artista local Eliza Southwood, creada expresamente para conmemorar el evento, en la que hay espacio para las referencias a la manzana, la iglesia y su párroco
Ángel Valle, presidente de Cubera. Carlos Otero Busta conferenciante; José Antonio Fernández concejal de Villaviciosa, y Carlos Capellán párroco de Amandi
Gracias por las fotos a Juan Otero