El Pasaje ferretería invita mañana sábado a la inauguración de sus nuevas instalaciones
Fernando García Amigo:
En el año dos mil diecisiete, cuando mi padre me dijo que estaba pensando jubilarse y que existía la posibilidad de darme el relevo en la tienda, pensé que era una gran responsabilidad, pero también que era una oportunidad única: ser la tercera generación que regentara la “Ferretería El Pasaje” era algo que me emocionaba y asustaba a partes iguales. Por un lado, se trataba de algo muy alejado de mis estudios y experiencia profesional pero, por otro, había nacido y crecido precisamente entre esas paredes y esos productos tan característicos, que eran en esencia una parte muy importante de mi infancia, de mi vida y de la de los míos.
Aún recuerdo con viveza y con desgarrador cariño cuando, rondando los seis años de edad, doblaba las cajas de cartón con mi abuela Cándida, para vendérselas por unas pesetas al cartonero. Era un trabajo divertido y a mi entender lucrativo, porque mi abuela me solía dar íntegro el pequeño botín y, aunque yo por aquel entonces no lo sabía, era también una valiosa lección sobre el esfuerzo y la recompensa que este conllevaba.
Varias décadas después, al cristalizarse la posibilidad y comenzar a trabajar en la ferretería me sorprendió enormemente escuchar a Jesús, a Ángela y a Luis contestar afirmativamente a los clientes, cuando estos les preguntaban por cientos de productos desconocidos para mí:
— Sí, acompáñeme.
— ¿De qué medida?
— ¿De qué color?
— ¿Cuántas unidades?
Poco a poco esas, más que cientos miles de referencias, se han ido haciendo familiares también para mí, permitiéndome aportar algunas de mis ideas y visión al negocio, e ir realizando pequeños cambios, aunque siempre con la limitación de ese bien tan escaso como valorado en cualquier ferretería que se precie: el espacio. Esta carencia nos impedía satisfacer ciertas necesidades de nuestros clientes y también estructurar, a nuestro entender, de una forma más adecuada la mercancía: ¿sartenes compartiendo pared con los taladros, pintura con los accesorios de cocina y tostadoras con los adhesivos? ¡Claro, esto es una ferretería!
Tras cuatro años ya desde mi regreso y tres al frente del negocio familiar, nos llegó la oportunidad, a finales del año pasado, de poder poner en práctica esas ideas, utilizando el local contiguo, que se quedaba libre tras más de cincuenta años de cordial convivencia con nuestros ejemplares vecinos de pasaje. Había llegado el momento.
Esta pequeña tienda, está dedicada desde la humildad a mis abuelos, a mis padres, a Jesús, y a todas aquellas personas que, detrás y delante del mostrador, han hecho posible que continuemos aportando nuestro granito de arena, para hacer que Villaviciosa continúe siendo esa Villa de pequeñas tiendas y amables comerciantes que lleva siendo desde, al menos, la época de nuestros abuelos.
¡Ah, se me olvidaba! Este sábado inauguramos y estáis invitados a tomaros un aperitivo y una copa de cava en “El Pasaje” a partir de las doce del mediodía.
Gracias a todos por la confianza de años
En la imagen Fernándo García Amigo y Mónica Ganzedo