Adiós al ‘Pasaje Moda’ un comercio histórico de Villaviciosa
Pasaje Moda cierra sus puertas el próximo 31 de diciembre tras casi 80 años de vida en la calle del Sol de La Villa
Villaviciosa - Vicente Alonso
Uno de los comercios textiles más emblemáticos de Villaviciosa se despide tras décadas vistiendo de moda, hogares, hombres y mujeres, de la mano de dos comerciantes que han dejado huella entre los maliayeses por su buen gusto y profesionalidad, Miguel González Pereda y Pilar González de Cabo, “Pilarín”
Un comercio que nació para dar continuidad al fundado por los padres de Miguel González , Ramón González Venta y Palmira Pereda, que a finales del año 1942 abrían en la calle del Sol, junto a la tienda actual, “La Moda”, un comercio de los de la época con tejidos, paquetería y todo tipo de géneros de punto
“Mis padres empezaron con el negocio en años difíciles, de posguerra, en los llamados ‘años de la fame’ por las necesidades que había, años de racionamiento de alimentos, de Fiscalía de Tasas, Arbitrios, y de estraperlo como telón de fondo. Como consecuencia de todo ello, los productos de la aldea eran muy valorados. Los mercados de la Villa, miércoles y domingos, en aquellos años eran enormes, venían de todas las parroquias del concejo a vender sus excedentes, y a comprar en las tiendas”, recuerda González sobre la importancia de la clientela de los pueblos para el negocio familiar
“Con la venta de sus artículos y frutos, la gente de la aldea compraban lo que llamaban ‘el suministro’, que eran los productos de primera necesidad que no cosechaban, aceite, garbanzos, azúcar, etc. En nuestro comercio compraban las telas para ‘apiezar’ o hacer alguna sábana, componer o remendar pantalones, camisas, confeccionar una falda, vestido, blusa u ovillos de lana para tejer, prendas interiores, todavía se vendían refajos o culotes. También tenían una sección muy amplia con textil de hogar, piezas de sábanas, mantas, alfombras, colchas, toallas, etc.”, rememora González, por entonces un niño pero aún recuerda con nostalgia como guardaba sus cromos, chapas, boliches y otros tesoros, en cajas de medias de ‘La Bailarina’
Miguel Gonzalez Pereda en mostrador de el Pasaje Moda
Este comerciante explica que como por entonces no había tarjetas de crédito, “los créditos los daba el comerciante, en este caso mis padres, que anotaban en una libreta el nombre del cliente y las compras y pagos que iba efectuando. Si, podía haber algún ‘olvido’, pero por lo general eran de palabra y la palabra, para la gente de aquella época, tenía un valor sagrado y se cumplía”, asegura González.
Como buen conocedor de la historia de Villaviciosa también recuerda. “En esa época los comerciantes estaban considerados, y por lo general lo eran, personas serias y honorables, con una trayectoria y experiencia comercial, un crédito y una solvencia probada, hasta el punto que eran tres los comerciantes que habían de firmar el aval a un nuevo vecino que quisiera asentarse en el municipio, también solicitaban de los comerciantes como testigos notariales, etc.”
A principios de los cincuenta el comercio se traslada a un pequeño local en El Ancho, entre los de entonces de Peón Dabouza (Campín) y La Avellanera, mientras terminaban las obras del edificio de El Pasaje, para posteriormente trasladarse al comercio actual, en la calle del Sol, 12, con el nombre de “Galerías El Pasaje”, o la tienda de “Ramón Venta”, un comercio nuevo con gran espacio y amplios escaparates, en el que el 90% de los artículos eran tejidos de todo tipo. “Por entonces había en la Villa muchas modistas y casi todas las mujeres, por no decir todas, sabían coser y hacer su propia ropa, reparar o transformar algunas prendas, que con unas buenas manos pasaban de padres a hijos, de hermanas y hermanos mayores a los que venían detrás, como prendas nuevas. Fueron años de una gran actividad comercial, todo se vendía y todo era aprovechable. Las modas no eran tan breves y fugaces como ahora, algunas duraban años. La gente prefería la calidad, lo selecto y duradero, a lo corriente y de poca duración”
González habla de la importancia que las tiendas cumplían socialmente en esas décadas, “Muchísimas veces vi en la tienda clientes y clientas que no solo se acercaban a comprar, a veces necesitaban contar algo, pedir una ayuda, un consejo o simplemente que les escucharan. Y llorar. Recuerdo que en una ocasión le dije a mi madre, intentando hacer una gracia, que la tienda a veces parecía un confesonario, y me contestó muy seria, y lo es, y cualquier cosa que aquí oigas o te digan, de aquí no debe de salir”.
Miguel González se incorpora a finales de los sesenta al comercio con sus padres y su hermana ‘Derly’. A la jubilación de los padres en 1984 se hace cargo del negocio, con su esposa Pilar González. “En todo este tiempo, los tejidos cayeron para dar paso a la confección, las crisis económicas casi se sucedían una tras otra, y las modas y los hábitos de compra cambiaban constantemente, por lo que había que hacerles frente con mucho trabajo, seriedad e imaginación, ofreciendo en la Villa, la mejor calidad y la moda que podían encontrar en las tiendas más destacadas de cualquier capital”
Con esta forma de trabajar el matrimonio de comerciantes aseguran que consiguieron la fidelidad de una gran clientela. “Unos clientes que conocí pidiendo la tela por varas y el precio en ‘riales, porque no lo sabían trasladar a metros y pesetas, hasta la actual que compra y paga con el teléfono”, apunta González Pereda.
Clientes de los que dicen que por su confianza les deben cuanto fue y es “Pasaje Moda”, nombre que unen a aquellas primeras tiendas de “La Moda” y “El Pasaje”. “A todos ellos estaremos eternamente agradecidos”, dicen en la despedida, sin olvidarse de las personas con las que trabajaron, “de todo corazón, a todos, gracias”
Miguel Gonzalez Pereda y Mari Carmen Teresa Alonso, trabajadora en el comercio