Esta historia es verídica de un matrimonio de buena posición, pero con penas en el alma, pues el “J.M.”, médico y mediana edad, presencia señorial, parecía tenerlo todo, pero nada era así; ella “M. DR.”, empresaria familiar, joven, don de gentes, elegante, sentía incompleto su interior. Decidió escribir su diario en secreto sobre su matrimonio, pues su marido, aceptó un cargo máximo en un barco y vivían muy lejos uno del otro.

En un viaje, se perdió el diario, así fue por años. Al fin él regresó con su esposa, enfermo, triste, añorando aquel escrito, (ella le aseguró), tranqui, reescribiré aquellos días vividos, nos hará mucho bien.

Unos meses después el doctor sintió llegar su final, dijo a su esposa: deseo desde el corazón que seas capaz de sonreir cuando yo no esté, sea como sea, pues me hiciste muy feliz y disfruté a tu lado de tus ojos y ternura inigualable, lo mejor de mi vida, por ello siento que me recordarás los días que te queden, junto con este diario, nacido de tu sentir, toda hermosura.

No te sientas afligida ni un momento, pues quizá exista otra persona para aliviarte y puedas ser capaz de escribir otro diario en tu otoño que te anime y te alegre en tu ocaso, acompañada dulcemente que te permita recordarme bajo el sol del verano y repitas: gracias diario perdido, pues te comparo a día de hoy y te siento como sombra agradable, protegiéndome, gracias otra vez.

Angelita Rea