Sólo la ignorancia puede ser la razón para no devolver el busto de Pedro Pidal a un lugar digno del Ayuntamiento.

La falta de sensibilidad y conocimiento cultural del equipo de gobierno impide valorar como se debe a uno de los más  ilustres hijos de Villaviciosa.

07.05.2015 - Villaviciosa

            Terminamos este mandato con el Busto de Pedro Pidal arrumbado en una esquina del sótano, según parece, sin reponer a un lugar distinguido del Ayuntamiento tal y como se merecen tanto el personaje histórico, Pedro José Pidal y Carneado, como el autor de la obra escultórica y José Piquer y Duart.

            En el Salón de Sesiones del Ayuntamiento de  Villaviciosa se conservaba el excelente busto de don Pedro Pidal y Carneado del escultor José Piquer y Duart, fundido en Trubia en 1849 y posiblemente fue donado por la familia en el año 1878. En 1906, al inaugurarse el edificio consistorial fue colocado en la escalera principal. En el año 2003 con motivo con motivo de una exposición en el Museo de Bellas Artes de Asturias se aprovechó para limpiarlo y formó parte de la exposición. El escultor José Piquer es considerado una de las figuras más prestigiosas de la escultura española de su tiempo siendo además el último Primer Escultor de Cámara de la monarquía española (1858-1866)

 Es notoria la falta de reconocimiento y respeto a esta obra de arte, una vez que se ha puesto en conocimiento por parte de FORO al equipo de gobierno de Villaviciosa que durante años se ha mantenido en algún rincón de algún almacén. Representa a un hombre ilustre, nacido en esta tierra y cuya actividad política e intelectual fue de gran importancia para Asturias y para España, durante el reinado de Isabel ll .

            Don Pedro José y Pidal nació en Villaviciosa en 1799, donde realizó los primarios estudios, de Latinidad y Humanidades, luego en Oviedo en la Facultad de Filosofía y Jurisprudencia,  hombre de gran valía, liberal y un erudito histórico-literario de primera,  a quien la reina le concedió el Marquesado debido a las negociaciones que hizo para las bodas de Isabel ll y su hermana Luisa Fernanda. Su biografía es apasionante y a su fallecimiento en 1865 deja una riquísima biblioteca, es enterrado en Covadonga y como homenaje póstumo en 1887, el Ayuntamiento de Oviedo dio nombre a una calle.

Esta situación no es entendible ni tiene justificación dado que ni tan siquiera supone un coste económico más allá de la reposición de la peana,por lo que  no se entiende la falta de reconocimiento a nuestros personajes ilustres, ni es justificable la ignorancia porque el actual alcalde ha sido advertido en más de una ocasión.