Un año más las gentes de los pueblos cercanos, por La Inmaculada, tenemos la tradición de hacer la peregrinación a la ermita de Foncaleyu. Unos senderos que se adentran por los prados, con escalonada pendiente, arbustos, piedras y pájaros con sus acostumbrados saltos, te hacen el paisaje alegre.

Abajo en el pacífico valle, una escondida capilla se guarece en el contrafuerte de la cuesta que se  crece hasta el alto del Pedrosu.En la mañana fria y helada de los prados, unas cortinas de nubes bajas y entreclaros dejan entrever  un sol que guiñotea despabilado.

Pumares en el llano, y cases en despoblado, robles fuertes, atajos, y en el recinto sacro y por un  muro cercado unos estilizados fresnos, ora quietos ora zarandeados. Zapatos embarrados, algún paraguas por si acaso; mujeres, críos, paisanos, no buscan ningún milagro, más que la virgen sea apaño, y así sea año tras año.

Una fuente, una caleya, unes xanes, y leyenda, una casa posadera, una oración de creencia. Desde antaño hasta la fecha.

Los hombres hacen piña en la barraca, mientras pasan les castañes que se cogen a puñaos, y a charlar con la boca llena, y a comprar rifes pa el sorteo del jamón. Pasa el culín de sidra que ameniza la reunión. NO TE PIERDAS LA OCASIÓN

Gracias a: Jesús García Valle