Los rezos sirvieron de mucho… EL “MILAGRO” DE SAN MARTÍN DEL MAR

Tenía buen apetito y se le veía contento y satisfecho…

Don Manuel Robles, el cura-párroco, había pedido al santo patrón de San Martín del Mar que hiciese todo lo posible para que la lluvia no apareciese durante la fiesta. Rezó, pidió e imploró a las alturas… y al final, se salió con la suya. Tan sólo un ligero orbayu cuando concluía la misa pero ni una sola gota de agua a partir de entonces.

Desde hora temprana los vecinos de este bello rincón de la Ría de Villaviciosa anunciaban la folixa con atronadores voladores. Para entonces ya habían preparado el toldu, les meses y caballetes, el duernu, el mayu, el llagarín y les manzanes y castañes para facer la sidra y el maguestu que darían vida a la tradicional fiestina en torno a su recuperado texu y la Iglesia parroquial que ha sido recientemente mejorada solucionando los problemas de humedades que tenía, repasando su cubierta y también con el acondicionamiento y pintura de todas sus fachadas, incluidas las del cementerio.

A la una de la tarde comenzó la solemne misa en la que intervino el Coro de la Iglesia de San Francisco de Asís, de Oviedo, que sería aplaudido al término de la misma. Los sones de la gaita y el tambor anunciarían el comienzo de la procesión que, para evitar el barro de uno de sus caminos, cambiaría su recorrido habitual hasta la Plaza de la Cruz. El acompañamiento al santo patrón sería casi multitudinario pues, cada año, aumenta el número de visitantes a esta pequeña y entrañable fiesta del concejo de Villaviciosa.

Concluida la parte litúrgica se iniciaba el mal llamado “pincheo” porque en realidad es una “señora comida” y en toda regla. La sidra dulce y les castañes no faltaban en ningún corrillo. Los teléfonos móviles echaban humo haciendo fotos por todos los rincones mientras que aparecían bandejas y bandejas de viandas por todos los sitios. Algo así como la final del “Máster Chef” maliayo.

Empanadas, tortillas de patata, embutidos y quesos de todas clases, bollinos preñaos, tortos, pan de escanda,  cachopinos, etc. y postres de los más variados (arroz con leche, pasteles, leche frita, tartas caseras…), aportados por el vecindario que eran degustados a velocidad de vértigo por los asistentes a este Día Grande en San Martín del Mar.

Aunque los estómagos estaban bien llenos muchos se fueron a comer. A rematar la faena por eso de aprovechar la jornada para reunirse con amigos y familiares.

Pasadas las cuatro de la tarde, sin lluvia, sin viento y con una temperatura muy agradable (el “veranillo” de San Martín), la fiesta llegaba a su final con magnífico ambiente entre los romeros que no querían que terminase.

Ahora sólo falta que toque la lotería de navidad en el número de la AA.VV. de San Martín del Mar. Si sucede, tendrán que buscar a otro para que escriba esta crónica el año que viene. ¡Viva San Martín!!!

LUIS RIVAYA

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