Crónica de la estancia de D. Felipe en Villaviciosa. 25 años de Cubera Pueblo Ejemplar de Asturias
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Así escribía D. Felipe de Borbón en el Libro de Honor del Ayuntamiento de Villaviciosa:
«Tengo el gusto de inaugurar el Libro de Honor del Excmo. Ayuntamiento de Villaviciosa, con ocasión de mi visita para hacer entrega del Premio al Pueblo Ejemplar Príncipe de Asturias 1991, a la Asociación de Amigos del Paisaje CUBERA.
Agradezco muy sinceramente la medalla de oro del Ayuntamiento y celebro ir conociendo poco a poco todo el territorio asturiano.
Muy afectuosamente,
Felipe, Príncipe de Asturias
19-0ct.-1991»
Santa Clara se levantó ligera. Al sonar la campana de maitines, ya se había puesto la toca. Abrió la ventana de su celada y menuda la que me espera, los partes meteorológicos no dejaban lugar a dudas pero yo creía que arriba ya habrían tomado medidas esto no puede quedar así mira que lo dije y lo encomendé y total para esto.
Bajaba la santa Madre por los pasillos semioscuros hacia la iglesia con dulce pesar en su corazón. Había dado instrucciones de que en el desayuno la refitolera serviría hoy un huevo a cada hermana junto con el café. Era lo usual en estos casos pero lo de hoy se presentaba resistente. Tendría que hacer nuevas gestiones arriba porque allí parecía que el fax estaba tomado, bloqueado el teléfono y nadie daba señales de vida. De peores hemos salido Señor y hoy no me puedes fallar porque no es sólo las dos docenas de huevos que eso al fin y al cabo con unas cuantas gallinas se resuelve pero es que estos de CUBERA no pueden quedar con día tan deslucido. El silencio más pertinaz rodeaba a la santa Madre, solamente roto -hecho añicos- por la lluvia chapoteando en el patio, la huerta, las calles exteriores al monasterio. Las. hermanas llegaban al coro sacudiendo el sueño y Dios mío ven en mi auxilio porque si no fuera por ellos habríamos quedado sin huerta y ellos estuvieron a punto para poner aquella alegación y por CUBERA se salvó la huerta y sin huerta qué habría sido de nosotras Señor date prisa en socorrerme.
La santa Madre se adentró en los salmos y dejó su cuidado puesto en el de arriba.
Miguel también abrió la ventana y contó uno a uno los veinticuatro huevos que había dejado en el torno de Santa Clara dos días antes. Se aseó con tranquilidad porque a él Santa Clara no le había fallado nunca, nunca ni en primeras comuniones, ni en bodas, daba lo mismo lo que dijeran los partes de un lado o de otro.
Los directivos de la Asociación habían quedado citados en El Enol a las nueve de la mañana con la televisión y otros medios de prensa; allí iban a concurrir los de protocolo de la Fundación Príncipe de Asturias.
Fueron llegando bajo la lluvia racheada, arrebujados en sus gabardinas y gabanes, protegidos por los paraguas. El mal humor se apoderaba de unos y se comunicaba a todos. La noticia era que se suspendía la visita del Príncipe a la Ría-El Puntal. Todo había sido estudiado con esmero, preparado en variadas visitas de unos y otros; establecido a todo detalle el orden, lugar, tiempos, precedencias, presencias y ausencias, quién explicaría esto, quién lo otro. Y la Ría era empeño lúcido: tenía que visitar la Ría. Se buscó el lugar, se discutieron siete y al fin se había señalado la revuelta de El Puntal. Pero siempre sobre aquella estación había pendido la espada de la suspensión. Y ahora... Etelvino salió disparado para intentar que no se suspendiera. Miguel salía a avisar a Manolo que ya estaba junto a casa Bonhome. Camín miraba desconcertado, ocupado como estaba en hacer unas declaraciones. Juan estallaba en un no puede ser. Valle explicaba a la prensa. Salvador no se resignaba y todos dejaban recién iniciados sus cafés porque la visita del Príncipe a la Ría era algo imperdible y a las diez menos cuarto por La Barra ya estaba clareando. Las monjas de Santa Clara ya habían tomado su huevo pasado por agua y eso no falla: la cosa abocanó de modo tal que cuando llegó el coche con la corona real por matrícula, las nubes se habían rasgado sobre la Villa y el jefe de protocolo pensó que bien podían haber venido en helicóptero como estaba programado para aterrizar en el campo del Lealtad y entrar por la calle de Cervantes. Pero ya estaban al pie de la escalera de la Casa de la Villa. El Alcalde presentaba a los regidores y al presidente de Cubera, el Príncipe recibía los honores de su rango, sonaba el himno nacional y en un tris alcanzaba las escaleras de mármol que pisara Alfonso XIII y otro Alfonso Príncipe entonces de Asturias.
Firmó en el Libro de Honor de la. Villa, Y luego pasó al salón de plenos. La Corporación en pleno, la prensa en pleno, a su diestra el Alcalde de Villaviciosa, a su izquierda el Presidente del Principado. Discurso de bienvenida, ofrecimiento de la medalla que tanto dio que hablar (ya no es en oro sino en metal menos caro); el señor Corregidor invocó las hazañas, bravuras y lealtades de los astures sublevados por las montañas al grito de libertad que luego se extendería por las llanuras castellanas e hizo alarde de acatamiento. El Presidente del Principado explicaba en breve parlamento que ésta es una de las tierras más amables de Asturias y sus gentes son de las más amables gentes de la región.
Su Alteza Real tomó nota de la vinculación de esta Villa desde su fundación por Alfonso el Sabio y en los muchos hijos de ella que sirvieron con lealtad a la Corona. No pudo menos de recordar la acogida sencilla y entusiasta que en su día se tributó a Carlos I, y se dispuso a visitar la Villa como estaba establecido.
Su Alteza visitó la Casa de la Villa, recién estrenada. En la sala de exposiciones se habían instalado los paneles explicativos del Plan de Saneamiento y de Protección Paisajística de la Ría. La Consejera de Medio Ambiente, María Luisa Carcedo explicó a Su Alteza el proyecto de inversión de cerca de cinco mil millones de pesetas. Estaban presentes todos los regidores, incluso aquellos que de tapadillo decían que ellos no sabían ni querían saber nada de aquellos planes. Pero allí no dijeron ni mu. Todos los presentes se mostraban complacidos de mostrar la regeneración de una Ría que necesitaba una intervención tan fuerte. Todos se enorgullecían de la muerte que por fin se iba a detener. Nadie osó decir que tres días más tarde recibirían allí mismo a ciertos afectados contrarios a las medidas saneadoras, debeladoras de chanchullos, ilegalidades y horrores. Todos callaban y atentos cerraban sus bocas. Su Alteza formulaba preguntas de detalle pertinente y salió con la convicción de que aquí hay un pueblo fuertemente decidido a defender su Ría, lo cual en la panorámica general de deterioro medioambiental que se contempla no deja de ser consolador. ·
Las gentes esperaban en la Plaza. Habían oído los discursos desde el exterior, protegidas por un azul celeste rasgado solamente por los piropos de Juanita: guapu, guapu. Estos se contagiaron cuando apareció Su Alteza y fue el piropo más oído aquel diecinueve de octubre, en la Villa, que piropos haylos verdes, azules y colorados y en tu jardín los tienes sembrados. Tocaron sin término los gaiteros de Perón, tocaron los himnos, las marchas y el ven morena ven, con el corazón herido.
Iba Su Alteza acompañado del Alcalde como corresponde, y como corresponde del Presidente del Principado. Ahora le acompañaba como cicerone Juan Pedrayes, experto en urbanismo de Villaviciosa, quien explicaba la configuración actual de la Villa y la genealogía de su morfología. Detrás, un pueblo en pleno. Se detuvieron ante la casa en que pernoctó Carlos I. Contemplaron la de Caveda y Nava. Rememoró el Príncipe, ante la de Valdés, que días antes le había dicho Hernández Gil que lamentaba no poder acompañarle en esta visita. El Ancho nunca se sintió tan estrecho y las muchas personalidades de Asturias pasearon a sus anchas hasta La Oliva admirando la estatua de Benlliure. Autoría que llamó la atención del Príncipe Felipe de Borbón.
Un grupo folclórico le esperaba ante la iglesia y un corifeo le ofreció montera picona, con la invitación a colocársela. Hábil respuesta para evitar el trance y, ahora aclamado por los presentes, emprendió viaje a El Puntal.
Allí le esperaban la Consejera de Medio Ambiente y técnicos de su Consejería. Desde la curva del palacio contempló la Ría. Manolo Blanco, ya de vuelta allí, explicó los diversos problemas que desde CUBERA se analizan, que la Ría padece y que es urgente resolver. Las campañas realizadas. Se le explicó el problema del paso de la carretera y la salvaguardia que se quiere hacer de la misma Ría. Es refugio de caza y desde que esta calificación se llevó a cabo se está notando una mejora muy sensible: las aves acuden más numerosas. Lucía plata y raso la mañana y estaba la marea a medio subir, proceso que se pudo observar y que llamó la atención del joven Príncipe.
En ese entretanto los socios de CUBERA eran recogidos en autobuses para ser trasladados a Valdediós, donde se iba a celebrar el acto central que daba razón de ser a la visita. Estaba proyectado que Su Alteza entraría a Valdediós por la carretera de Camoca, más segura, más tranquila, más bella. Los pueblos que recorrería no sabían aquello. Se había asfaltado la otra carretera, la habitual Ambás-Valdediós pero eso se hacía para los visitantes y para decoro general que falta hacía. La de La Parra-Valdediós permitía que viera los pueblos como son.
Los socios de CUBERA y unos cuantos invitados amigos de la Asociación fueron tomando posiciones en el claustro bajo del monasterio. Eran más de trescientos los que allí estaban. La lluvia volvía a ser torrencial. Al llegar Su Alteza al conjunto monumental ya había abocanado por el mínimo respeto debido a la programación de los actos.
Visitó el Conventín, admirando la joya prerrománica, haciendo al cicerone Etelvino González preguntas de detalle, empapándose en el significado histórico y monumental del patrimonio de la cultura asturiana que, por serlo, resulta patrimonio de la Humanidad. Se detuvo, paso a paso, ante cada particularidad, en el interior y en el exterior. La larga corriente de la historia circulaba por cauces soterraños del alma. Descubrió una placa conmemorativa. Visitó la escuela- taller, el taller de restauración en el que la Campaña «Salvad Valdediós» tiene cumplida culminación. Y entró Su Alteza en la iglesia de Santa María cuando el órgano recién restaurado lucía las galas de su trompetería. Se le advirtió que las inundaciones en aquella iglesia habían alcanzado más de dos metros. iNooo! pensó Su Alteza y pudo comprobar que la agua había llegado a aquellas alturas en agosto de 1691. Admiró la tersura de la piedra, verdadero mimo de las construcciones cistercienses, y cuando entró en el claustro del monasterio el presidente Camín le presentaba uno a uno a los miembros de la directiva de CUBERA. La comitiva fue recibida por un solo de gaita, la marcha de Antón el Neñu que José Ángel Hevia interpretó: en el silencio más tenso, con la atención más profunda las notas de la cornamusa despertaron en las piedras del viejo cenobio vibraciones y resonancias ancestrales. Se convino que en adelante ese era el recibimiento, ese era el rito y así habían que comenzar los actos de CUBERA.
Dio comienzo el acto central en medio de una teofanía (Monchu dixit) en que el dios de la Juvia se emocionaba sobre Valdediós.
Rubio Camín leyó con voz grave un discurso institucional de CUBERA. Sobriedad en las alabanzas, extensión en la exposición de problemas: el arte, la naturaleza y, sobre todo, la vida, he ahí cuanto queremos salvaguardar. Su Alteza entregó un premio, y un diploma. Y expuso su pensamiento para CUBERA y para los asturianos. Y terminó con una cita entrañable. Unos versinos de Caveda y Nava enmarcados en referencias valorativas para la lengua asturiana. El recuerdo de esta cita debería quedar esculpido en las paredes de Valdediós para perpetua memoria.
Cerróse el acto con un ASTURIAS PATRIA QUERIDA en que después de la gaita fue don Felipe de Borbón el primer asturiano que pedía estar en Asturias en todas las ocasiones. Le seguían los socios y amigos de CUBERA con la timidez característica de la tierra.
El Secretario, González Pereda entregó a Su Alteza dos volúmenes de la revista encuadernados en piel verde por las MM. Clarisas y un anagrama de CUBERA, obra de Rubio Camín.
El acto siguiente fue en el Centro de Experimentación Agraria. Se entraba por rigurosa invitación, desde La Alameda. Pronto se reunieron no menos de mil personas. Los hosteleros de Villaviciosa, de forma acordada, habían confeccionado un menú del más riguroso tipismo; hizo furor. Los muergos a la cazuela obtuvieron perenne nombradía y la torta de maíz resucitaba dormidos recuerdos de vida aldeana. No podríamos decir qué menudencia llevaba la palma. Pero sí fueron dignos de ella los hosteleros que participaron y cuyos nombres quedarán consignados en este número de CUBERA. Las firmas sidreras Gaitero, Escanciador y Mayador sirvieron botellas de sidra achampanada con etiqueta numerada, hecha para la ocasión.
Bajo las carpas, luminosa la tarde, el almuerzo de campo nos hizo sentirnos a todos más identificados con la tierra y con las gentes. Reinaba la cordialidad contenida. Y hasta no faltaron quienes bloqueaban a Su Alteza celosos de que salieran en la foto otras personas que no fueran ellos. Hasta en eso fue realista e interesante el almuerzo.
En un determinado momento la directiva de CUBERA hubo de dirigirse al Príncipe para agradecerle la presencia, el interés mostrado y para proponerle algunas iniciativas. La Fundación Príncipe de Asturias sería la mediadora. A Su Alteza le parecía bien, pero recordó que ellos no son unos Midas. De acuerdo, pero sólo se necesita el amparo de su nombre para llevar a cabo negociaciones en pro de nuevas actuaciones importantes para Villaviciosa y para Asturias. Su Alteza se interesó por la insignia que observaba en la solapa de Etelvino. Preguntó por ella. Era, en efecto, la insignia en plata, y si Su Alteza tiene a bien se la podemos regalar. De aquella solapa pasó a la de Su Alteza que se la puso muy complacido, como un socio orgulloso de su pertenencia a CUBERA.
Y, señores, en un determinado momento, sin casi transición y a hora aún inesperada cuando según el programa faltaba una hora, la discreta movida de los de protocolo-seguridad nos arrebató al Príncipe de Asturias a quien, como la viejecita de Caveda y Nava, querríamos haber retenido más con nosotros. Eran las tres y media de la tarde. Había estado en Villaviciosa cinco horas y pico.
Poco a poco nos fuimos volviendo cada uno a su olivo a degustar una jornada que, sobre todo, significó un respaldo a la actuación y a los empeños de seiscientas personas que profesan una lúcida y profunda amistad hacia el paisaje natural, humano y monumental de Villaviciosa.
25 FOTOS A LA GALERIA FOTOGRAFICA DE RECUERDO:
25 años del Premio Pueblo Ejemplar de Asturias a CUBERA 1991
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Especial “25 años de Cubera como Pueblo Ejemplar de Asturias”
Discurso de Joaquín Rubio Camín pronunciado al recibir CUBERA el premio Pueblo Ejemplar 1991 - Discurso de Don Felipe de Borbón en el acto de entrega a Cubera del Premio Pueblo Ejemplar de Asturias 1991
25 años de Cubera como Pueblo Ejemplar de Asturias
NOTICIA www.villaviciosahermosa.com - 18 OCT /16
La mañana de hoy hace exactamente 25 años caía de sábado, pero la Villa entera estaba en la calle para celebrar la visita de su Alteza Real don Felipe de Borbón, por entonces Príncipe de Asturias. Traía el “recado” concreto de entregar a la asociación CUBERA el premio al Pueblo Ejemplar de Asturias 1991, una distinción que la Fundación Príncipe de Asturias había puesto en marcha apenas un año antes para distinguir “al pueblo, aldea, núcleo de población o grupo humano del Principado de Asturias que haya destacado de modo notable en la defensa y conservación de su entorno natural o ecológico, de su patrimonio histórico, cultural o arqueológico, o en la realización de obras comunales u otras manifestaciones de solidaridad extraordinaria”. Eso decía la convocatoria.
En el fallo del jurado se precisa que la decisión unánime valora que Cubera haya “conseguido incorporar un amplio grupo humano de este concejo a un proyecto de concienciación cívica, desde el pluralismo ideológico”.
Tras visitar el Ayuntamiento y recorrer el casco antiguo de la localidad, se desplazó a El Puntal para tener una más cercana perspectiva de una ría para la que se estaba proyectando un plan integral de saneamiento, y luego a Valdediós, siempre acompañado de las autoridades y los representantes de CUBERA, para conocer las obras que la Escuela Taller estaba rematando en el conjunto monástico y entregar en su claustro el galardón a los Amigos del Paisaje de Villaviciosa. Los socios de Cuberas fueron testigo de este acto y también partícipes de la comida que un grupo de hosteleros locales preparó en las carpas habilitadas para tal fin en los terrenos del Serida.
Desde Villaviciosa Hermosa queremos sumarnos a la celebración de este aniversario reproduciendo a lo largo de esta semana alguno de los documentos, escritos y gráficos, que ya forman parte de la historia de la asociación y de la propia Villaviciosa. Comenzamos con el discurso de SAR el Príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón.
Discurso de Joaquín Rubio Camín pronunciado al recibir CUBERA el premio Pueblo Ejemplar 1991
Alteza Real:
Nada podía alentar nuestros afanes tanto como este acontecimiento que estamos viviendo. La lucha solitaria, y a veces contra corriente, que una asociación mantiene en el acontecer gris de cada día, obtiene hoy, por arte del galardón otorgado, respaldo público y reconocimiento palmario.
Pero hay más: la presencia de Vuestra Alteza da a este reconocimiento una dimensión impensable desde nuestro rincón aldeano. No sólo por cuanto representáis sino, junto con ello, porque sois encarnación de futuro y esperanza de plenitud para las generaciones venideras. Por vuestra presencia, por vuestro gesto, gracias.
Habéis visitado el Conventín, rindiendo homenaje a once siglos de arte, de espiritualidad y cultura de nuestra Asturias; rindiendo pleitesía también a la monarquía asturiana que supo impulsar aquellos valores que son constitutivos de nuestro patrimonio.
Nos entregáis este galardón en el claustro de Valdediós que, vacío durante tantas décadas, se apresta hoy para cobijar de nuevo a un monacato que será sin duda foco de cultura y de irradiación espiritual. Muy pronto estos claustros, Alteza, se llenarán con la salmodia de los hijos de San Bernardo. Con ello, Valdediós se habrá salvado, dando así culminación a una campaña abierta por CUBERA desde sus inicios bajo el lema «Salvad Valdediós».
Habéis visitado nuestra Ría, en la que nosotros ciframos las ilusiones y los impulsos que el paisaje natural de Villaviciosa precisa. A punto están de llevarse a cabo importantes e imprescindibles actuaciones del gobierno del Principado para evitar que perezca la Ría, venero de vida acosado de muerte. Aspiramos a que en nuestra Ría proliferen las numerosas especies, hoy en retirada: que los recovecos de la ría los llene de nuevo el cámbaru (el kámmaros de la madre Grecia) que antaño formaba legiones y hoy se halla exclaustrado a la espera de condiciones propicias para reaparecer.
Habréis podido admirar en vuestro recorrido que el paisaje que defendemos es feraz, vicioso como su mismo nombre indica; que en el primer otoño se reviste de colorido indescriptible. Las aldeas que habéis visto en vuestro viaje son recodos de paz y de vida sosegada. Y son hoy, Alteza, lugares en los que el aldeano sufre el sordo latigazo de una situación económica que, en la transición hacia nuevas fronteras de más amplias dimensiones, afecta negativamente a su modesto, ancestral modo de vida.
Nuestro esfuerzo asociativo no atiende a estos aspectos; sin embargo recoge cordialmente cuanto a los humanos pueda interesar, conscientes de que la óptica en que nos situamos es susceptible de aportar líneas de mejora en la calidad de vida.
Por la vida lucha y se esfuerza CUBERA. El amor al árbol, el cuidado exquisito de nuestros ríos, ría y playas, el distinguir la calidad de época del pastiche, lo antiguo de lo viejo, lo digno de lo degradante; he ahí nuestra perspectiva.
En Asturias y en nuestro concejo, el paisaje es tan vicioso, tan lleno de formas, tan rico en vegetación, tan barroco en su formación geológica, que casi nos abruma con su riqueza formal. Pero la desertización puede llegar. El próximo futuro del planeta no parece verde y húmedo. En cien años se ha retrocedido mucho y no se puede seguir a este ritmo degenerativo. Aquí hemos vivido siempre en la opulencia del verde, en la riqueza forestal; empero el abuso acaba con todo por abundante que sea.
El campo se deteriora por agresión y también por abandono, mientras que lo urbano se ha visto seriamente dañado por el proceso de masificación, a la par que el suelo -bien escaso- ha acrecentado su costo en progresión geométrica, minimizando los necesarios espacios verdes de la ciudad. Vemos inequívocamente que pueblos que tuvieron un estilo y un ritmo de vida cómodo y agradable han degenerado por la loca superposición de las viviendas. Las viejas ciudades quedan cerradas entre absurdas construcciones; hay que avisar con carteles la ubicación del «casco antiguo» perdido en la barahúnda de las construcciones/destrucciones.
A Villaviciosa aún le queda algo más que el casco antiguo. En épocas cercanas se construyeron edificios, con estilos que hoy son preciadas reliquias del pasado. Pero hemos de detener los procesos de destrucción. Por una parte se destruye y por otra, con atrevida ignorancia, se imita y falsea.
Esta panorámica es la que explica el trabajo de nuestra Asociación. Pretendemos aunar fuerzas y esfuerzos, ideas e iniciativas de muchos en un pugilato por enriquecer, depurar y aquilatar el medio natural y humano en que vivimos y que hemos de legar en estado de buen uso a las generaciones venideras que, con Vos, protagonizarán el siglo XXI.
Mas para ello, no basta el esfuerzo ciudadano. De los poderes públicos requerimos actuaciones legislativas, que tomen en cuenta el delito ecológico y el atentado urbanístico; medidas basadas en la concepción de un desarrollo contenido en que el cuidado del medio ambiente sea un valor recibido; ejecutividad de los planes urbanísticos, depuración de las aguas y los aires, protección de especies y espacios de ocio. De la escuela esperamos que sensibilice, que instruya, que eduque en el respeto y la valoración de la naturaleza y de la cultura. De las empresas, que incluyan en sus previsiones la eliminación rotunda y efectiva de vertidos nocivos y de sustancias contaminantes.
Para tan ingente labor, cuantos nos movemos en estas lides precisamos, más que medios materiales, apoyos de peso y prestigio tal que persuadan a la sociedad de la importancia de esta tarea y que animen a unos y a otros a la participación ciudadana activa y comprometida. Por eso nuestra Asociación ha querido brindaros su presidencia de honor. Fue una asamblea extraordinaria la que unánime y por aclamación, acordó rogaros que prestarais vuestro nombre ad honorem a la Asociación de Amigos del Paisaje de Villaviciosa.
Trabajo, nos queda mucho por delante; me temo que no acabará nunca. Vuestra presidencia de honor servirá para estimularnos a nosotros y a todos cuantos se esfuerzan en los mismos a asuntos, en línea hacia idénticos fines; es decir, lograr que el hombre viva hoy y perennemente con una aquilatada e integral calidad de vida.
Discurso de Don Felipe de Borbón en el acto de entrega del Premio Pueblo Ejemplar de Asturias 1991
Excelentísimo Señor Presidente del Principado.
Autoridades,
Señoras y Señores.
La admirable pasión de los asturianos por su tierra tiene un ejemplo significativo en la Asociación de Amigos del Paisaje de Villaviciosa, que el Jurado del Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias ha querido unánimemente destacar. Como un asturiano más, yo también siento pasión por esta tierra tan hermosa y leal.
Por eso vengo ilusionado a Villaviciosa para hacer entrega del Premio que convoca y otorga la Fundación Príncipe de Asturias con la colaboración del Gobierno del Principado, y para agradecer al Jurado su independiente decisión. Vengo también para solidarizarme con los anhelos, esperanzas y tareas de esta Asociación que ha sabido agrupar a tantas personas en torno a sus nobles fines, convirtiéndose en vanguardia de la defensa de la herencia común de una hermosa comarca.
En este tiempo en que la sociedad necesita sensibilizarse más y más para hacer frente a la creciente destrucción del patrimonio natural de la Tierra, es muy importante que nazcan asociaciones como ésta, cuyo entusiasmo y fortaleza en la defensa del medio ambiente, del entorno natural y de las tradiciones se desenvuelve entre el respeto de sus conciudadanos al plantear e1 logro irrenunciable de sus metas, desde la concordia y la serenidad. No hay nada noble que los hombres se propongan que no pueda ser alcanzado pacíficamente.
Desde estos mismos valores, animo los asturianos a proteger su cultura.
Conservad vuestra tierra, vuestras tradiciones, vuestro legado históricoartístico, vuestro paisaje. No permitáis que sea destruido tan singular patrimonio. Defenderéis así vuestro propio futuro y colaboraréis a hacer el futuro de todos.
Extendamos este mensaje a toda España e impidamos que dé un paso más esa catástrofe que cada año destruye en nuestra patria los bosques y las mil formas de vida que hay en ellos.
No quiero dejar de expresar la satisfacción que me produce estar en este bellísimo e histórico lugar, tan expresivo de la riqueza del Patrimonio artístico de nuestro Principado, y tan cerca de donde desembarcó el Rey Carlos I, hecho histórico que es una de las señas de identidad de este concejo, al que hice referencia en vuestro Ayuntamiento.
Dentro de unas horas abandonaré Villaviciosa y nuestro Principado. Recordaré, como hago ahora, la emoción que también sentí al leer un bellísimo romance, que circuló anónimamente por Asturias hace más de cien años, con motivo de la visita al Principado de mis antepasados S.M. la Reina Isabel II y del entonces Príncipe de Asturias, después Rey Alfonso XII. Sus versos expresan. con una ternura conmovedora, el cariño de una humilde mujer de aquel tiempo hacia el Príncipe Alfonso.
Al final del poema, la campesina lamenta la inevitable marcha de aquel Príncipe hacia la capital del Reino y expresa temblorosamente su temor a que olvide a su Principado. Utiliza para ello unos versos que yo quiero repetir aquí, como homenaje a ese tesoro de vuestra cultura en el que expresáis las más profundas emociones.
«Si ansí ye, ¿pa qué veniste?
¿A facenos enaguar,
y conocéte y marcháte,
y quiciás non véte más?»
Podéis estar seguros de que mi marcha no supondrá que olvide este día, como no os olvidaré a vosotros, ni nunca olvido al Principado, porque lo llevo en mi corazón.
AÑADIDAS NUEVAS FOTOS A LA GALERIA FOTOGRAFICA DE RECUERDO:
25 años del Premio Pueblo Ejemplar de Asturias a CUBERA 1991
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